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La Asamblea de IU tendrá que elegir entre Frutos y Llamazares tras fracasar el enésimo intento de pacto

Carlos E. Cué

La reunión de ayer entre los dos principales aspirantes a suceder a Julio Anguita, Francisco Frutos y Gaspar Llamazares, concluyó, una vez más, sin ningún acuerdo. Frutos promete que seguirá intentándolo hasta el final, pero prácticamente nadie confía en la posibilidad de llegar a una solución de consenso, por lo que la decisión de quién será el nuevo líder queda en manos de los 861 delegados elegidos para la Asamblea, que se celebrará el último fin de semana de octubre. Además, Llamazares concluyó que ya es "irreversible" la presentación de las dos candidaturas.

Era la enésima reunión para tratar de llegar a un acuerdo, y nadie tenía prácticamente ninguna esperanza de que fructificara. Ambos grupos se limitaban a confiar en que fuera el otro quien quedara como el artífice de la ruptura. La discusión, esta vez, ni siquiera se centró en quién será el número uno de la coalición, el máximo y casi único escollo importante hasta ahora. La disputa se coloca ahora en quién tiene más delegados. Llamazares asegura que su victoria en este campo es muy holgada. Frutos prefiere insistir en que existe una tremenda igualdad, lo que hace impresicindible un pacto que permita la gobernabilidad de la federación de izquierdas.

"¿Va a gobernar Llamazares contra Andalucía, contra Madrid, contra el PCE, contra el grupo parlamentario?", se preguntaba ayer Felipe Alcaraz, líder del PC andaluz y máximo valedor de Frutos, recordando los lugares e instituciones en la que el asturiano tiene apoyos importantes, pero está claramente en minoría. Los tres primeros -el PCE y las federaciones de Andalucía y Madrid- han sido precisamente los ejes en los que ha girado todos los juegos de equilibrio de poder de Izquierda Unida en los últimos años.

Andalucía representa a un tercio de la organización, Madrid el 20%, y del PCE son la práctica totalidad de los dirigentes, incluido Llamazares y la mayoría de los que le apoyan.

El método de elección de la dirección en IU, estrictamente proporcional, hace casi imposible gobernar la coalición de izquierdas frente a una oposición muy fuerte.

El problema es que Llamazares se considera ganador y Frutos se niega a asumirlo. Por eso, hacer ahora una lista única y repartir las fuerzas es imposible porque hasta que no se vote no se verá cuál es el apoyo real con que cuenta cada uno de ellos.

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Además, muchos de los grupos que respaldan a Llamazares le exigen que no pacte la dirección con Frutos, porque eso implicaría que los votos de estos grupos ya no son imprescindibles para lograr la victoria, y por tanto el asturiano tampoco tendría por qué tenerles en cuenta en el posterior reparto de poder. Por si fuera poco, los partidarios de Frutos, muy enfadados por la actitud de Anguita, que apoya al asturiano, sostienen que le está presionando para que no pacte.

Mientras, el sector crítico, liderado por Ángeles Maestro, y cuya fuerza provoca que Frutos no sea el favorito, dice que no entrará en ninguna "componenda" y presentará lista propia.

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