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La británica Sarah Lucas presenta su arte de alegorías sexuales en la Tecla Sala de L'Hospitalet

Mobiliario viejo

Sarah Lucas (Londres, 1962) pertenece a la generación que bajo el epígrafe joven arte británico nació a finales de los ochenta con muy variadas propuestas artísticas, auspiciadas por los galeristas Jay Jopling y Kassten Schubert y el coleccionista, proveniente del mundo de la publicidad, Charles Saatchi. El revulsivo que representó para la escena artística británica e internacional se encontraba a caballo entre la necesidad de nuevos aires artísticos y la operación comercial. Ahora, que ya han reposado de las polémicas que surgieron con este fenómeno, Sarah Lucas presenta hasta el 7 de enero en la Sala Molí del Centro Cultural Tecla Sala de L'Hospitalet la exposición Sarah Lucas: autorretratos y más sexo que, junto a una serie de fotografías de la artista realizadas entre 1990 y 1998, presenta una instalación realizada especialmente para este espacio.Al igual que Gary Hume, ex novio suyo, representante también de su mismo grupo artístico y al que la Fundación La Caixa le dedicó no hace mucho una exposición, Sarah Lucas tiene una pose de artista transgresora. Si Hume acudió a la presentación a los medios de su exposición somnoliento, sin afeitar y con el cigarrillo en la boca en el pulcro ambiente del Palau Macaya, Lucas presentó ayer su trabajo a la prensa con dos latas de cerveza sobre la mesa; aunque al ser preguntada por la posible contradicción de crear un arte de provocación y encontrarse en las colecciones de adinerados coleccionistas, la artista dijo: "Ya no pierdo el tiempo con cosas que no puedo cambiar".

Sea lo que fuere, el trabajo de Lucas puede todavía afectar ciertas sensibilidades. La presencia de lenguas de animales en frascos y la utilización de pollos y jamones en sus montajes de alusión sexual puede todavía crear cierto desasosiego en el espectador.

La instalación de Lucas en Tecla Sala utiliza toda una serie de mobiliario viejo en el que sitúa animales o sus derivados tratados como alegoría del instinto humano. A juicio de la directora artística del centro, Victoria Combalía, "Freud ya dijo que existían equivalencias entre las partes de una casa y las del cuerpo humano, y que existía una correspondencia simbólica entre los muebles y los órganos humanos". Esta metáfora le sirve a Lucas para realizar un discurso sobre el sexo en el que intervienen viejos colchones raídos y elementos orgánicos. Combalía considera que Lucas "enlaza con una cierta tradición dadá y surrealista". Su trabajo más conocido es el de sus autorretratos fotográficos. "Aunque ella se reconoce heterosexual, le gusta jugar con la ambivalencia y la ambigüedad sexual", dijo Combalía.

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