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Tribuna
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Pendasco

Juan José Millás

Al día siguiente de que el gobierno prohibiera la utilización de la palabra pendasco, todos los ciudadanos, como es lógico, la pronunciaron por primera vez. La palabra pendasco no existía, de manera que era absurdo prohibirla, pero al gobierno le pareció un modo eficaz de desviar la atención de la gente de los problemas reales. Así fue como un término que nadie había oído jamás apareció en las tapias de todos los edificios oficiales escrito con aerosol o a brocha gorda. Los empleados del Ayuntamiento se pasaban el día limpiando de las fachadas frases como "Viva el pendasco" y "Pendasco o muerte". Fueron detenidos centenares de jóvenes que sufrieron martirio por propagar el vocablo maldito, y en las universidades, cuando los profesores entraban en clase, se tropezaban con un gigantesco pendasco escrito con tiza en la pizarra.Aunque las autoridades endurecieron las penas para aquellas personas que escribieran o pronunciaran la palabra, las calles aparecían cada día tapizadas de panfletos sin otro mensaje que el de las ocho letras del vocablo maligno. Algunos periodistas rebeldes hacían acrósticos o distribuían sus sílabas a lo largo de los artículos, pero no era necesario: la gente construía el término prohibido tomando letras de un editorial o de una esquela, indistintamente, dando por sentada una intencionalidad transgresora por parte del periódico. Se crearon varios partidos clandestinos para la defensa del pendasco y el clamor popular fue tal que el gobierno se vio obligado a dimitir. Lo primero que hizo el nuevo gobierno fue legalizar la palabra y ordenar su inclusión en el diccionario.

Como nadie sabía qué significaba, los académicos empezaron a dar largas. Cada año aseguraban que incluirían pendasco en la siguiente edición, y aunque luego incumplían su promesa, la presión cesó, pues desde que estuviera autorizada nadie mostraba el mínimo interés por la palabra, que entró de lleno en el olvido cuando el nuevo gobierno decidió hacer frente a la primera crisis de su mandato prohibiendo la utilización de otro vocablo inexistente que al día siguiente estaba en boca de todos, etcétera.

En cuanto a la gasolina, nos aseguraron que bajaría al aumentar la competencia.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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