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La división en las federaciones de IU y en el seno del PCE complica la sucesión de Anguita

Carlos E. Cué

Izquierda Unida se enfrenta a un mes de septiembre muy complicado. La profunda crisis que sufre la coalición tras los pésimos resultados electorales de marzo, cuando perdió a la mitad de sus votantes, se agrava por la división interna. La sucesión del líder, Julio Anguita, y los conflictos de los últimos años dejan un escenario de enfrentamiento no sólo entre las corrientes y el PCE, como era habitual, sino que ahora el propio PCE está dividido, en casi todas las federaciones, entre el ala izquierda, los partidarios de Francisco Frutos y los que apuestan por Gaspar Llamazares.

Desequilibrios

La Asamblea de Izquierda Unida en la que se elegirá al sucesor de Julio Anguita después de 12 años de un liderazgo indiscutido está convocada para el último fin de semana de octubre. Sin embargo, es en septiembre cuando los diversos candidatos y los que les apoyan comenzarán a lanzarse todo tipo de fuegos cruzados.La resolución de la Asamblea se complica por la enorme división que existe en todos los frentes. La coalición nunca ha sido una piña. De hecho, en la última asamblea, en diciembre de 1997, además de la de Anguita, se presentaron otras dos listas, la de Tercera Vía y Espacio Alternativo, que lograron un 9% de apoyos cada una.

El futuro

Pero la gran novedad, además de la enorme crisis electoral que sufre IU, es la división que existe en el seno del PCE y en la práctica totalidad de las federaciones.

Hasta ahora, y tras sucesivas depuraciones o abandonos, lo que se llamaba la "mayoría" de IU, formada básicamente por dirigentes del PCE, actuaba en forma de bloque y las diferencias que pudiera haber no llegaban a trascender, sobre todo gracias al liderazgo del todopoderoso Anguita, al que muy pocos se atrevían a enfrentarse.

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Pero el abandono momentáneo del liderazgo de Anguita por su operación de corazón en diciembre, el imparable ascenso de Frutos -a quien el propio líder eligió como sustituto pensando tal vez que podría controlarlo con facilidad-, la aparición del asturiano Gaspar Llamazares como firme candidato a la sucesión, el pacto con el PSOE y, finalmente, el batacazo electoral de marzo, han descolocado todos los equilibrios de poder.El PCE ya no es un bloque. El enfrentamiento más fuerte en las últimas semanas se ha producido entre dos de sus dirigentes clave y que se perfilan como los dos candidatos con más posibilidades, Frutos, el secretario general del partido, y Llamazares, secretario de Asturias y coordinador además de IU en esa federación. Es difícil calcular el apoyo que tienen ambos dentro del partido, pero es evidente que sus disputas dividen a la formación mayoritaria de IU.

Además, el ala izquierda de este partido, aunque es posible que acabe apoyando a Frutos, ha demostrado sus intenciones de dar la batalla. En la anterior asamblea, la mayoría pactó con ellos y salieron reforzados, pero en esta ocasión ya han presentado un documento alternativo a la ponencia central y la mayoría de los dirigentes considera seguro que también planteará un candidato propio. Su líder, Ángeles Maestro, niega que vaya a aspirar al liderazgo, pero puede postular a otro de los suyos. Además está Luis Carlos Rejón, diputado por Córdoba, que ha anunciado su intención de presentarse aunque la mayoría de los dirigentes dudan de los apoyos con los que pueda contar.

Ni siquiera Andalucía es ya un bloque. En esta federación, que hasta ahora había sido controlada de manera férrea por Felipe Alcaraz, secretario del PCA, también ha surgido un sector crítico con mucha fuerza en el que están personas claves como la alcaldesa de Córdoba, Rosa Aguilar, o la coordinadora de IU en Sevilla, Concha Caballero. Divisiones similares surgen en la práctica totalidad de las federaciones.

Casi nadie quiere reconocerlo abiertamente, pero todos son conscientes de que IU se está jugando si inicia el camino irreversible hacia la marginalidad y futura desaparición o consigue convencer a sus votantes potenciales de que se ha renovado y puede recuperar su discurso alternativo y su papel de elemento distorsionador del bipartidismo reinante.En medio de toda esta crisis, el papel de Anguita es confuso, pero puede ser determinante. Su enfrentamiento con Frutos, que le ha robado protagonismo desde que pactó con el PSOE, es casi público y muy virulento. Y su apoyo implícito a Llamazares puede ayudar al asturiano pero también puede ser el abrazo del oso, porque éste busca sus apoyos sobre todo entre quienes más se han opuesto a Anguita.

Andalucía y Madrid, claves de la Asamblea de octubre

Pocas cosas hay claras con respecto a la solución de la Asamblea de octubre. Pero hay una incontestable. Andalucía, una vez más, será la clave por el número de delegados que tiene respecto a otras federaciones. De los 861 delegados con derecho a voto convocados a la Asamblea, 190 corresponden a la organización andaluza. Es allí donde, aunque muy disminuido, la coalición conserva su granero de votos. El 25% de los 1.263.663 que votaron a IU en las elecciones del 12 de marzo lo hicieron en esa comunidad.En cuanto a afiliados, otro de los criterios para el reparto de delegados, la coalición dice tener en total 67.802, de los que 23.712 son andaluces. La otra gran comunidad con poder en IU es Madrid, con 165 delegados. Los afiliados son muchos menos que los andaluces, 14.846, aunque los votos superan ampliamente el 25%. La mayoría de los dirigentes coincide en señalar que las cifras de militancia de Andalucía son las más hinchadas.

A partir de aquí, y si se excluye a Valencia, Asturias y, en menor medida, Cataluña, donde la coalición no pasa por momentos fáciles pero sigue teniendo cierto arraigo, se vislumbra claramente la escasa implantación que IU tiene en la mayor parte de España, lo que consituye uno de sus mayores problemas a la hora de lograr diputados.

Pero al margen del poder por federaciones, lo que sí está claro es que el poder del PCE saldrá nuevamente reforzado de la Asamblea. El partido domina absolutamente todos los órganos de la coalición. Y en momentos de crisis, la capacidad de resistencia de su militancia y de sus dirigentes hace que tenga incluso más fuerza.

Los dirigentes del PCE -que no quieren dar la sensación de que su partido controla IU, sobre todo porque ésta nació para dar una pátina distinta y más plural a la estructura del viejo partido comunista- sostienen que la militancia de este partido supone sólo el 60% del total de IU. Las corrientes críticas admiten que no es así, pero, en cualquier caso, lo que es evidente es que la presencia de los líderes del PCE en la dirección a todos los niveles es abrumadora.

Basta comprobar que los cuatro posibles candidatos a la sucesión de Anguita son del PCE. La práctica totalidad de las federaciones están, además, dirigidas por militantes comunistas, aunque algunos, como Ángel Pérez, en Madrid, ya ni siquiera acuden a las reuniones del partido. El porqué de este dominio es sencillo: ese porcentaje mayoritario se repite en cada una de las comunidades. A la hora de elegir a la dirección siempre gana el PCE y las minorías, con escasa implantación territorial, acaban con una representación marginal en la cúpula.

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