Los daños en las escotillas impiden que un equipo de rescate ruso entre en el submarino
Los intentos de llegar hasta la dotación del Kursk continúan en el mar de Barents, mientras los familiares de los marinos van perdiendo la poca esperanza que les queda y Múrmansk, centro de la provincia del mismo nombre donde se encuentra la sede de la Flota del Norte, se prepara para los funerales. La jornada de ayer fue más dramática, si cabe, que las anteriores. Una de las cápsulas de salvamento logró llegar hasta una escotilla del Kursk, que permanece a 108 metros de profundidad con sus 118 tripulantes, pero no pudo abrirla debido a que estaba dañada, con fuertes deformaciones.