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GREC 2000

El Grec cierra su 24ª edición con 135.000 entradas vendidas y más ocupación que en 1999

Dentro de pocos días llegará a su fin la 24ª edición del Grec. Ha sido una edición marcada por el cambio de rumbo impuesto por su nuevo director, Borja Sitjà, que encaró su estreno con una drástica reducción del número de espectáculos, de los 170 de 1999 se ha pasado a 86, y también de la duración de este festival de verano. Sitjà se mostró ayer satisfecho del balance del primer Grec con este nuevo modelo, especialmente en el terreno artístico, que se cerrará con una cifra de 135.000 entradas vendidas y un porcentaje de venta del 54%, seis puntos por encima del obtenido en 1999.

"Creo que este festival vuelve a ser realmente un festival, y eso es algo que se ha notado muy claramente en la ciudad", aseguró el director. "Se han entendido perfectamente nuestros objetivos y aquellas cosas que debían ayudarnos a hacer un Grec diferente", añadió convencido. Según destacó Sitjà, el éxito ha sido relevante en términos artísticos, sobre todo en teatro. Sin embargo, reconoció que la asignatura pendiente es incrementar el volumen de público, para lo que deberán establecerse mecanismos eficaces de promoción.

Preocupación compartida

Ésta es una preocupación compartida por el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, Ferran Mascarell, satisfecho sin embargo por lo que considera una buena reorientación del festival. "Hace un año nos encontrábamos en una encrucijada difícil. Gracias al trabajo de Borja Sitjà hemos solventado con habilidad una serie de riesgos graves y estamos en condiciones de asumir los próximos años", afirmó.Con vistas al futuro la música es otro de los aspectos que deberán mimarse, especialmente por lo que se refiere a la plaza del Rei, consagrada a los grupos y cantantes catalanes, que no ha alcanzado este año la acogida esperada.

De los 86 espectáculos programados en esta edición -20 de los cuales se verán durante la temporada en Barcelona-, 28 han tenido un porcentaje de venta por encima del 80%. En teatro, algunas de las propuestas han sido A little night music (con casi 15.000 entradas vendidas), Misura per misura y La gatta Cenerentola. Maná, Buenavista Social Club y Joâo Gilberto han ofrecido tres de los conciertos más concurridos. La danza ha proporcionado gratas sorpresas a los organizadores del Grec, puesto que algunos espectáculos han superado con creces la ocupación media. Las propuestas de las compañías de Merce Cuninngham, Cesc Gellabert e IT Dansa han rozado el pleno. Como también ha sido excelente la acogida del ciclo 8 solos, que tendrá continuidad en próximas ediciones.

Por espacios, el Anfiteatro Grec ha sido, con mucho, el preferido por los espectadores: ha registrado un porcentaje de venta del 63%, casi 10 puntos por encima del obtenido el pasado año. El incremento ha sido notable en el Convent de Sant Agustí, que ha pasado del 27% de venta de entradas del año pasado al 42% de éste. El Poble Espanyol, con un 60% de venta, y la plaza del Rei, con un 37% (frente al 43.7% de 1999), han sido otros de los espacios con mayor afluencia.

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A sólo unos días para que concluya la presente edicion, Borja Sitjà ya va dándole vueltas a la próxima y apunta la posibilidad de incluir en la programación -incluso de participar en la producción- una versión de Hamlet dirigida por Peter Brook "en caso de que ésta llegue a hacerse". También se seguirá apostando por el teatro internacional y se intentará buscar la implicación económica de la Generalitat en el festival.

Será la edición del cuarto de siglo, los 25 años del Grec y, según anunció Mascarell, la efeméride servirá para reflexionar sobre lo que ha dado de sí el teatro en Cataluña durante este periodo.

TEATRO Una saludable autocrítica

Borja Sitjà se mostró satisfecho, pero también prudente. El balance de un festival no es el mejor momento para las autocríticas, especialmente cuando lo habitual suele (solía) ser el autobombo, acumular las cifras, los éxitos, las maravillas, y ocultar los descalabros. Es el primer Grec que dirige Sitjà y ha sido todavía de tanteo. Visto desde el otro lado de la barrera, desde la crítica, no cabe duda de que, después de años de desconcierto, el Grec 2000 parece haber recuperado el pulso de lo que ha de ser un festival. Se ha mejorado el nivel general de los espectáculos y, sobre todo, no se han visto auténticos despropósitos. También es cierto que son pocos los espectáculos que quedan para el recuerdo.Recuperar el pulso no quiere decir, sin embargo, que éste haya sido el mejor Grec posible, ni tampoco el Grec que requiere una ciudad como Barcelona, que tiene desde hace ya más de un siglo aspiraciones cosmopolitas y se sitúa, por población y cultura, entre las ciudades más importantes de Europa.

Ahí está la prudencia de Sitjà, que sabe que le falta aprobar, por una parte, la asignatura internacional y, por otra, el progresivo aumento de la calidad de las coproducciones propias. Aunque ahí, precisamente, Sitjà se dé de narices con el teatro privado, escasamente satisfecho con el apoyo que ha recibido del festival este año. Sitjà predica la reducción -de espectáculos, de espacios, de días-, y la concentración se aviene mal con las aspiraciones expansionistas del teatro privado. Falta saber si ahí tendrá Sitjà el apoyo de Ferran Mascarell, mal dispuesto a enfrentamientos que puedan perjudicarlo políticamente.

Otro aspecto en absoluto irrelevante es el de la dotación económica, que debería poder contar de una vez con una sustanciosa aportación de la Generalitat. Es absurdo que Barcelona adopte funciones de capitalidad mientras el Gobierno autónomo se encastilla en su Teatre Nacional, que es una forma sutil de darle la espalda a la ciudad. Si no se aumenta la dotación económica del Grec, es difícil que pueda abordarse seriamente el salto internacional, con el estreno mundial de obras de primera magnitud. Borja Sitjà, mirando la programación realizada este año, podría perfectamente administrar este aumento de presupuesto en beneficio de todos, de las instituciones y, especialmente, del público.

Siguiendo las páginas del programa general del Grec no hay duda de que son muchos los espectáculos que, en calidad, merecen un aprobado alto. A little night music; El temps de Planck; Ajax Philoctète; Collar de cranis; Fools folls; Por, menjar-se ànima; Tartuf o l'impostor; Taurons; La gatta Cenerentola; Misura per misura; Titus Andrònic, y Maravillas de Cervantes se situarían sin duda entre los mejores. Un buen nivel, pero superable.

La presencia internacional ha tenido su acierto con la visita de Nápoles a Barcelona y con la llegada de los montajes de Lev Dodin y de Georges Lavaudant, pero ha sabido a poco. Son los dos caminos que ha de recorrer Borja Sitjà hasta el próximo Grec, y él lo sabe, de ahí que haya esbozado una saludable autocrítica.

MÚSICA Con tilde

Ha sido un Grec con acento, un Grec que se ha puesto tilde caribeña y ha llenado Barcelona de sonidos más bien tórridos. Ésta ha sido la línea central del festival de verano que ahora se despide, línea que ha hecho especialmente feliz a la colonia brasileña de Barcelona, notoriamente representada en conciertos como el que protagonizó Daniella Mercury en el Pueblo Español, que como cada año ha acogido los conciertos más multitudinarios del festival. Este acento brasileño también corrió a cargo de artistas como João Gilberto y su tenue bossa y Caetano Veloso y su tropicalismo para distancias cortas, otros de los grandes nombres que el Grec 2000 deja para la memoria de los aficionados. En todos estos casos ha parecido evidente que la sola mención de Brasil, el país al que oficiosamente se ha consagrado, ha generado complicidad entre un público que durante el resto del año no suele tener la oportunidad de seguir este tipo de actuaciones.Pero el Grec no sólo ha traído artistas que no son habituales en Barcelona. El caso más paradigmático ha sido el de los mexicanos Maná, triunfadores por goleada en lo que a expectación se refiere. El cuarteto encabezado por Fher Olvera llenó el Poble Espanyol en la primera de las citas estivales, aunque pocos meses antes había hecho lo propio en Vall d'Hebron. Para Maná ha sido el instrumento idóneo para repetir visita a Barcelona, situación que también ha vivido Luz, que también vino por vez primera en invierno, para colocar en el festival su concierto de gira estival. Sin cuestionar el éxito de conciertos como éstos, lo cierto es que estas visitas tienen un aire de déjà vu que no ayuda a presentar el festival como el espacio que permite al aficionado a la música asistir a conciertos con marchamo de estreno. En este sentido, el Grec pierde algo de personalidad artística en favor de los números que hacen cuadrar los balances de los gestores culturales.

Siendo un festival orientado de manera acentuada al público adulto, los artistas que nos han visitado tienen ese punto de solvencia que hace casi imposible que salte la sorpresa, se descubra algo con proyección futura y la curiosidad del espectador se vea espoleada. Por supuesto que la salida no es convertir el Grec en un festival de corte juvenil y experimental, pero quizá no estaría de más combinar nombres como los de Ibrahim Ferrer, Madredeus y Tony Bennet con otros que mantengan el pálpito de las nuevas propuestas. En algún sentido lo ha intentado programando a Orishas junto a Van Van y añadiendo a Nittin Shawney y Transglobal Underground a los grandes nombres del cartel. Si en el primer caso la fórmula supuso un éxito, en el segundo saltó por el lado negativo con dos conciertos que apenas aportaron nada sugestivo, con el añadido de que pocas semanas antes Nittin ya había pasado por Barcelona haciendo de telonero de Sting.

Y, quizá es lo que se pretenda, el Grec ha vuelto a pasar por Barcelona sin dejar nuevos sabores en la boca de un aficionado que ya está acostumbrado a un festival lastrado por dosis de seny tal vez demasiado generosas.

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