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"Se me fue la cabeza al ver el hacha", dice el parricida

El parricida se enfureció cuando la niña tiró en la cafetería un vaso

Ubaldo Luis de la Iglesia Fontecha, subteniente del Ejército, de 43 años, detenido por matar a su novia de un hachazo en el híper del Campo de las Naciones, confesó ayer que lo hizo en un momento de "ofuscación", tras una discusión surgida porque la hija de Concepción Escalona tiró un vaso al suelo cuando estaban en la cafetería del híper. "Sólo quería amenazarla, pero se me fue la cabeza cuando vi el hacha dentro del maletero", declaró a la policía.El supuesto parricida, destinado en la Guardia Real hasta abril, no recuerda nada de lo que pasó en los siguientes cinco minutos. Ayer no pudo recordar el momento del ataque y cómo amputó un dedo a la niña, de ocho años, cuando ésta defendía a su madre. Mantiene que despertó de la amnesia al entregar el arma a un vigilante.

Ubaldo, que conoció a la fallecida hace un año en el mismo hipermercado donde ocurrió el crimen, reconoció que siempre discutía con su pareja por temas "intrascendentes y banales". El miércoles, la riña surgió porque el suboficial, según su versión, llamó la atención a la pequeña Isabel cuando ésta tiró un vaso al suelo mientras estaban en la cafetería. Ese reproche desató la riña verbal. Ubaldo se encolerizó y apretó el vaso de whisky que tomaba hasta romperlo y se cortó en una mano. Luego lanzó a Concepción un trozo de vidrio que aún conservaba en el puño.

En su declaración, Ubaldo reconoce que ambos discutieron en la cafetería del centro comercial, donde él consumió un whisky, Concepción una botella de agua mineral y la niña un refresco, así como una ración de jamón.

Los camareros instaron a la pareja y a la niña a que abandonaran el local. Antes de hacerlo, Ubaldo cogió unas servilletas de papel para limpiarse la sangre, recogía su bolsa de mano y se dirigía al aparcamiento, seguido por la mujer y la chiquilla, tras abonar las consumiciones. Una vez en el aparcamiento, él abrió el maletero para vendarse la mano con un trapo y entonces vio el hacha y la cogió. "Sólo quería amenazarla, pero se me fue la cabeza al ver el arma", agregó.

Ubaldo sostiene que compró el hacha para tenerla en el coche y que nunca había pensado en acabar con su pareja, a la que quería pese a las reiteradas riñas. Reconoce que estaba de baja por problemas psicológicos surgidos a raíz de la separación de su esposa, con la que convivió 15 años y a la que pegó en alguna ocasión.

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