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Nueva oportunidad para el desagüe

El segundo intento para sumergir el emisario submarino de San Sebastián comenzará en junio

Mikel Ormazabal

La empresa encargada de instalar el emisario submarino de San Sebastián ha decidido comenzar a sumergirlo el próximo 1 de junio, aunque la fecha podría posponerse si no ayudan las condiciones de la mar. El segundo intento para asentar en el fondo marino este tubo de 900 metros de longitud se realizará empleando un procedimiento más seguro que el primero, que resultó fallido. La isntalación podría entrar en funcionamiento antes del verano.El emisario submarino es una infraestructura clave para el saneamiento de las aguas residuales de la comarca de Donostialdea y Pasaia, pues permitirá desahogarlas a unos 1.200 metros de distancia de la línea de costa, frente a los acantilados de Mompás, junto a la bocana del Puerto de Pasajes. El Ministerio de Medio Ambiente puso como requisito para adjudicar la obra que este desagüe gigante estuviera acabado en febrero de 2001. Sin embargo, la unión de empresas formada por Dragados, Altuna y Uría y la compañía holandesa Van Oord garantiza que entregarán la obra acabada con varios meses de antelación. El presupuesto global de la obra se mantiene en 2.263 millones de pesetas (13,6 millones de euros).

José Antonio Martínez, ingeniero jefe de la obra, asegura que "tres de los nueve tramos están ya montados en el Puerto de Pasajes y listos para sumergirlos". "El próximo 1 de junio, si las condiciones de la mar son favorables, se iniciará la inmersión de los tubos. En el mejor de los casos, todo está terminado en un mes, aproximadamente", afirma. Felipe Román, responsable de la Confederación Hidrográfica del Norte, es más prudente en el pronóstico y espera "verlo terminado después del verano".

A diferencia de la técnica empleada en el primer intento (hundimiento controlado de una pieza única de 900 metros), las empresas adjudicatarias han optado esta vez por una fórmula menos arriesgada. El procedimiento consiste en preparar en tierra nueve tubos de 100 metros de largo cada uno, colocarlos enfilados sobre el lecho del mar y, por último, unirlos con la intervención de varios buzos y submarinistas.

El jefe de la obra calcula que será necesaria la intervención de cinco embarcaciones y de una veintena de buzos, que actuarán cuando la mar esté en calma total.

Una draga ha abierto una zanja de un kilómetro de longitud en el fondo del mar que servirá de lecho al emisario submarino y, al mismo tiempo, impedirá que éste se vea zarandeado por las sacudidas de las corrientes marinas. Junto al surco, casi en paralelo, se encuentra el enorme tubo de 900 metros que fue sumergido en octubre del año pasado pero no encajó en el punto exacto y sufrió grandes desperfectos al chocar contra el fondo del mar. Los técnicos de las empresas constructoras decidieron no repararlo y construir uno nuevo.

La inmersión y la unión de los nueve tubos de 100 metros será el último paso de la obra. Las constructoras ya han finalizado la perforación de la costa. Han abierto un túnel que conectará en un extremo con la tubería submarina y en el punto contrario se juntará con el colector que traerá las aguas negras de la depuradora de Loiola, cuya puesta en marcha no se producirá hasta el año 2003. Hasta entonces, el emisario submarino verterá las aguas sin sanear a 1.300 metros del litoral.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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