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El nuevo abad de Montserrat se declara discípulo de Pablo VI y del obispo Pere Casaldàliga

El nuevo abad de Montserrat, Josep Maria Soler i Canals, se manifestó ayer discípulo de dos personalidades del cristianismo moderno: el obispo catalán Pere Casaldàliga, abanderado de la teologia de la liberación -y en razón de ello visto como un rebelde por el Vaticano- que desde los años setenta trabaja con los más pobres en São Felix do Araguaia (Brasil), y del papa Pablo VI, el alma de la renovación que supuso la aplicación del Vaticano II.Soler Canals, que compareció ayer ante la prensa arropado por su antecesor, el abad emérito Sebastià Maria Bardolet, anunció que tiene la pretensión de incrementar el papel del monasterio como centro del ecumenismo en Cataluña, como punto de encuentro interreligioso y intereclesiástico, y además quiere una comunidad más volcada en atender los problemas sociales del siglo XXI.

El abad se presentó como puente de diálogo interno y externo de la comunidad benedictina de Motserrat, como un revitalizador del mensaje espiritual y social que emana del Concilio Vaticano II, una tarea que, de hecho, ya conoce porque en ella ha trabajado desde 1996 hasta ahora como visitador de la Congregación de Subiaco. Ha sido el encargado de resolver buena parte de los problemas que han surgido en las más de 40 comunidades de la congregación de la provincia Hispánica, pero también el responsable de hacer llegar a los monasterios la renovación pastoral.

El abad explicó que la comunidad benedictina de Montserrat es diversa y aseguró que de esta pluralidad ideológica, que "a veces causa alguna tensión", sólo surge un enriquecimiento conjunto. "No es una comunidad uniforme", afirmó, y lo justificó aduciendo que se trata de una congregación de unos 80 monjes de edades muy diversas y de formación cultural muy alta -entre los 80 monjes hay 40 doctores- que vive en un punto de gran trascendencia religiosa, social y política.

Sebastià Maria Bardolet explicó que dejó el cargo por motivos estrictamente personales, por cierto agotamiento debido al peso de la responsabilidad del abad y porque "toda comunidad, por razones simplemente biológicas, necesita una renovación", que los benedictinos tienen prevista en su reglamento. Bardolet añadió que tomó la decisión de dimitir hace más de un año y que lo expuso a la comunidad antes de Semana Santa. Aseguró que en el momento de presentar la renuncia lo pasó mal y ahora espera poder tener un tiempo de reposo y tranquilidad.

Susanna Saez
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