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El nuevo Gabinete aumenta hasta 16 carteras y cuenta con ocho incorporaciones

José María Aznar esperó ayer hasta última hora, tras jurar su cargo ante el Rey poco después de las diez de la mañana, para empezar a contactar con la mayoría de los ministros de su nuevo Gabinete. Todos estaban advertidos y algunos ya sabían incluso cuál sería su cometido. Aznar provocó la sorpresa general al aumentar en dos carteras su Gobierno, promover ocho caras nuevas y cambiar de cartera a cinco ministros. Únicamente permanecen en los mismos puestos tres titulares del Ejecutivo anterior: Rodrigo Rato, Jaime Mayor Oreja y Juan Carlos Aparicio, que sólo lleva dos meses en el cargo.

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Como estaba previsto, el núcleo duro del Gabinete que finalizó la anterior legislatura se mantiene,una continuidad que se presuponía por distintos gestos y avisos del propio Aznar. En los demás casos, la secuencia se repitió de forma casi idéntica: desde La Moncloa, concretamente desde la secretaría personal del presidente, uno de sus asistentes contactó a primera hora de la mañana con los nuevos ministrables y les advirtió de que deberían de estar localizables a lo largo del día. Es lo que uno de los interesados definió, antes de saber oficialmente la designación, con la frase: "Todos los pasos lógicos que debían darse ya han sido concertados".En cuanto Aznar retornó de La Zarzuela inició la ronda de conversaciones con los nuevos ministros, un proceso que duró varias horas y que provocó algún desconcierto y un nuevo baile de quinielas con nombres que se caían y que eran recuperados. Situación en la que volvió a salir particularmente malparada la secretaria de Estado de Comercio en funciones, Elena Pisonero, a la que se volvió a situar en Agricultura como hace algo más de un año cuando se produjo el relevo de Loyola de Palacio, actual comisaria de la UE, por el soriano Jesús Posada.

En ese escenario de tensión cualquier movimiento servía para ser interpretado. Así, trascendió que la nueva titular de Sanidad, la alcaldesa de Málaga Celia Villalobos, había suspendido un viaje para un foro internacional de alcaldes. Y muchos diputados sospecharon que Pilar del Castillo podría ser en esta ocasión ministra, como así sucedió finalmente con la responsabilidad de Educación y Cultura, cuando se supo que ayer mismo su marido, el parlamentario Guillermo Gortázar, había anulado su desplazamiento a Jordania como presidente de una delegación española de diputados.

Los móviles de la mayoría de los altos cargos y aspirantes a ministros del PP estuvieron ayer conectados durante toda la jornada y con la batería bien cargada.

Aznar, como tiene por costumbre, volvió a sorprender hasta a sus colaboradores más cercanos. En primer lugar porque amplió el número de ministros con dos nuevas carteras, Portavoz (Pío Cabanillas) y Hacienda (Cristóbal Montoro), hasta llegar a 16.

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El presidente del Gobierno tan sólo cumplió literalmente sus premisas al cambiar como había anunciado el nombre del actual Ministerio de Industria por el de Ciencia y Tecnología. Pero incluso ahí innovó al situar en contra de las previsiones a la catalana Anna Birulés y no a su mentor en política, Josep Piqué.

Aznar promovió finalmente una "profunda renovación" en su Gabinete al designar hasta ocho ministros nuevos: Federico Trillo, Cristóbal Montoro, Pilar del Castillo, Anna Birulés, Miguel Arias Cañete, Celia Villalobos, Jaume Matas y Pío Cabanillas. Cambios que aún produjeron mayor sensación al unírseles un movimiento de puestos totalmente inesperado en ministros que prosiguen del anterior Ejecutivo: Josep Piqué para Exteriores; Ángel Acebes para Justicia; Francisco Álvarez Cascos para Fomento; y Jesús Posada para Administraciones Públicas. La cartera de Defensa recayó en Federico Trillo, presidente del Congreso de los Diputados en la legislatura anterior.

Aznar sólo perpetúa en sus puestos del último Gobierno a Rodrigo Rato, a Jaime Mayor Oreja, sobre el que cada vez recaen más papeletas para convertirse en el próximo candidato a lehendakari en el País Vasco; y a Juan Carlos Aparicio, que fue nombrado ministro hace apenas dos meses, en plena precampaña electoral, cuando su antecesor, Manuel Pimentel, presentó la dimisión por el escándalo que salpicó a uno de sus colaboradores.

El presidente del Gobierno aprovechó ayer la recomposición de ministerios para efectuar uno de esos reequilibrios territoriales que se interpretan más tarde en clave de futuras elecciones autonómicas. La presencia y proyección que adquirirá ahora Mariano Rajoy como número dos del Gobierno le convierten en uno de los líderes con mayor peso para decidir la sucesión de Manuel Fraga en Galicia. Un asunto eternamente aparcado en el PP y que aún no se ha resuelto para las próximas elecciones autonómicas, que serán oficialmente dentro de un año y medio. El nuevo ministro portavoz, Pío Cabanillas, presume de sus apellidos y de su origen también gallego, un territorio básico para el PP y con el mayor número de militantes: unos 100.000.

La cuota catalana queda cubierta por Piqué y Anna Birulés, a la que el ex ministro portavoz quiso introducir en su lista en las pasadas autonómicas catalanas. Andalucía, que había perdido en la pasada legislatura sus ministros (Javier Arenas y Manuel Pimentel), tendrá otros dos representantes: Celia Villalobos y Miguel Arias Cañete. Y un tercero si se cuenta que Cristóbal Montoro nació en Jáen y ha sido el cabeza de lista por esta circunscripción.

Castilla y León, uno de los viveros de votos del PP, tenía tres ministros hasta ahora y repite la tripleta: el abulense Acebes, el burgalés Aparicio y el soriano Posada. Mayor sería el ministro vasco; Jaume Matas el balear (Aznar ya prometió durante la campaña en Mallorca que el ex presidente autonómico estaba llamado para mayores responsabilidades) y Trillo, aunque nació en Cartagena, se presentó a los comicios como número uno por Alicante, en la Comunidad Valenciana. Francisco Álvarez Cascos ejerce de asturiano, aunque nació en Madrid.

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