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Los hijos de Buñuel recuerdan que en su casa nunca se hablaba de cine Amigos del director participan en un coloquio

Buen técnico, republicano puro, purísimo, un obseso por la dignidad humana y alguien que tenía la risa como el mejor don. Estos y otros calificativos, expresados por hijos, amigos y correligionarios, fueron hilvanando la personalidad de Luis Buñuel. La mesa redonda sobre el cineasta, que tuvo como simbólico escenario la Residencia de Estudiantes el pasado miércoles, contó con la presencia de sus hijos, Juan Luis y Rafael, y su médico y amigo José Luis Barros.

"En casa él nunca adoptó la posición de padre famoso", señaló Rafael Buñuel, autor y director de teatro nacido en Nueva York en 1940, que destacó de este modo la falta de divismo del cineasta. "Nunca se hablaba de cine. De la única cosa que hablaba mi padre era de la guerra civil y de sus amigos refugiados en México y Nueva York", añadió Juan Luis Buñuel, quien trabajó como asistente de dirección en algunas de las películas de su padre, como The young one, La fiebre sube a El-Pao y Viridiana. El público asistente, compuesto de amigos y admiradores del cineasta, también aportó, algunos con anécdotas, otros con preguntas, aspectos sobre la trayectoria cinematográfica y humana del director aragonés.Juan Luis, nacido en París en 1934, que, siguiendo los pasos de su padre, ha realizado varias películas, entre ellas, Au rendez-vous de la mort joyeuse (Clavel Medalla Sitges al mejor director en 1973), afirmó que, al contrario de lo que pensaban algunos críticos, Buñuel tenía una sabiduría en la técnica. "Sino, allí está Los olvidados, una película rodada en México con poco dinero y tiempo. Eso quiere decir que era un gran técnico", afirmó.

También sobre la técnica su amigo y médico personal José Luis Barros aportó su propia anécdota: "Cuando rodaba El discreto encanto de la burguesía los técnicos protestaban, le decían que era imposible rodar, y él me guiñaba el ojo, se divertía muchísimo. Luego iba de cámara en cámara diciendo 'se puede, se puede'. Don Luis, tiene usted razón, decían después los técnicos más reconocidos de Europa". De la censura sufrida con muchas de sus películas también dio cuenta Juan Luis Buñuel: de Tierra sin pan, sobre Las Hurdes, prohibida en España; de La edad de oro, vetada en Francia durante 50 años. "Las Hurdes marca una vía nueva en el documentalismo en España. Y ahora los jóvenes hurdanos afiman que es un invento, que sus abuelos no vivieron eso", señaló Barros.

De la prohibición de trabajar en España a partir de Viridiana, Barros recordó que cuando Buñuel decidió rodar Tristana en Portugal comentó que tenía un amigo común con Manuel Fraga, entonces ministro de Información y Turismo. "Era un médico murciano exiliado en México. Buñuel aprovechó el viaje de Fraga a México para llamar al médico y pedirle que hablara con Fraga, y al día siguiente todo el mundo salió de Portugal rumbo a España para empezar el rodaje", rememoró.

A la pregunta de si el machismo de Buñuel era real, Barros contestó: "Buñuel tenía una obsesión por la dignidad, y no distinguía entre hombres y mujeres. Me acuerdo de que en una taberna de Madrid le dio una propina a un camarero. Éste no quería aceptarla, decía que era más que su propio sueldo. Al día siguiente Buñuel me llamó, me dijo que no había podido dormir porque había humillado al camarero". Según Barros, lo del machismo del cineasta es una mala interpretación. "Creo que lo él buscaba era divertirse. Decía que un día sin reírse, era un día perdido".

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