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La izquierda griega se moviliza para asegurar una nueva mayoría del Pasok

Simitis trata de borrar su imagen de tecnócrata y apela al miedo a la derecha para lograr votos

Atenas Cerrarle el paso a la derecha parece ser la consigna de los votantes y militantes de la izquierda griega en las horas previas a la apertura de las urnas hoy. El Movimiento Socialista Panhelénico (Pasok) del primer ministro Costas Simitis mantiene, según sus sondeos, una ventaja de casi dos puntos sobre el partido de la derecha, Nueva Democracia, lo que le supondría una mayoría de una treintena de escaños sobre su rival, y, lo que es más importante, recoge buena parte del voto de dos partidos de izquierda, el Movimiento Social Democrático (DIKKI), y la Coalición de Izquierdas.

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Pero aun así existe inquietud en las filas del Pasok, que se ha movilizado para no perder un solo voto. En Grecia votar es obligatorio, so pena de cárcel, y más de medio millón de personas ya se ha trasladado a sus distritos electorales para ejercer este derecho.El Pasok tuvo una buena ocasión de mostrar su fuerza en el mitin de cierre de campaña que celebró Simitis la noche del viernes en el centro de Atenas, donde logró reunir, según distintas fuentes, entre 90.000 y 200.000 personas. Pese a que esta campaña electoral ha sido atípica para los cánones griegos, -ha faltado pasión y los políticos han tenido un comportamiento tan aburrido como versallesco-, todavía el número de personas que acuden a un mitin es un indicador político.

En la madrugada del sábado, los simpatizantes del Pasok ofrecían una cara más optimista, y en calles y cafés basaban la renovada confianza en la victoria en el argumento de que ,"si el equipo juega bien y mete goles, ¿para qué cambiar de entrenador?" Una anécdota sirvió además para exhibir su orgullo de partido: esa noche, la televisión había informado del caso de un octogenario que, procedente de un pueblo del sur del Peloponeso, había sido encontrado aterido y muerto de miedo en el Estadio Olímpico de Atenas, donde el día anterior había celebrado el líder de Nueva Democracia, Costas Karamanlis, su último mitin, en el que congregó a 70.000 personas. Como en un chiste de Lepe, el anciano, que fue olvidado por sus familiares, había pasado la noche al raso, y era, para los partidarios del Pasok, la prueba viviente de que la derecha llena sus actos electorales trayendo a gente de fuera.

Simitis echó el resto en su discurso anunciando "siete compromisos principales" -la creación de 300.000 nuevos empleos; el desarrollo de las regiones más pobres; mejoras en sanidad y educación; un reparto más justo de la riqueza; ayudas a los agricultores y aumentar la estatura internacional de Grecia- y llegó a parafrasear a Martin Luther King con el estribillo de "tengo el sueño de una Grecia fuerte, tengo el sueño de que nuestra nación se alce un día entre los Estados europeos".

Fue su último intento de conectar con los simpatizantes más humildes del Pasok -su gran asignatura pendiente, dado su perfil tecnocrático- y con todos aquellos que no han visto aún los beneficios de su gestión económica, culminada en la próxima incorporación de Grecia a la Unión Económica y Monetaria, sino que han sufrido los planes de austeridad que ha sido necesario aplicar para llegar al euro.

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Buena parte de los cientos de miles de indecisos que aún quedan son, según las encuestas, votantes tradicionales del Pasok a los que no les gusta el sesgo liberal de Simitis o pequeños ahorradores cuyas ganancias en la Bolsa de Atenas se han evaporado en el último año tras haber sido animados a invertir desde el poder. Para ellos, el primer ministro recurrió al miedo a la derecha -"Nueva Democracia no quiere un Estado social. Quiere privatizaciones. Quiere aplicar las leyes inmisericordes del mercado"- y anunció que ha llegado el momento de repartir, en la próxima legislatura, los beneficios alcanzados en los últimos cuatro años de sacrificios.

El candidato de Nueva Democracia, Costas Karamanlis, ha obtenido ya un primer éxito al realizar una campaña electoral que ha puesto muy nervioso al Pasok, pero ofrece también puntos débiles. "Es un hijo de papá", afirma Sofía, camarera de una pizzería, que le reprocha por este orden sus chaquetas blazers y su falta de experiencia de Gobierno. Además, juegan en su contra las inacabables rencillas dentro de su grupo, y existen dudas sobre su control de los viejos barones del partido.

Sea cual sea el resultado electoral, Nueva Democracia celebrará en los próximos meses un congreso extraordinario. Pese a todo, Karamanlis, que ya ganó al Pasok en las elecciones europeas del año pasado -con el 36% frente al 32,9%-, ha conseguido unir a la derecha al lograr el apoyo del movimiento Primavera Política, de Antonis Samaras.

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