_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Estabilidad

La OPEP, el cartel que controla algo más del 40% de la producción mundial de petróleo, adoptó el martes por la noche un acuerdo para elevar la oferta mundial de crudo en 1,7 millones de barriles diarios. Una cantidad que, en teoría, y contando con el previsible descenso de la demanda de los países industrializados, ajusta el desnivel entre la oferta de petróleo y el consumo de los países demandantes y contribuirá decisivamente, en opinión de los expertos, a estabilizar los precios en una banda de entre 22 y 25 dólares por barril, al menos hasta la próxima reunión de la organización prevista para el mes de junio. Por el momento, el precio del brent ha caído en más de un dólar en las 24 horas siguientes al acuerdo, hasta algo más de 24 dólares por barril.El mensaje de la estabilidad de los precios es el más favorable que han lanzado los países productores reunidos en Viena. Está claro que si este aumento funciona como espera el mercado, los países industrializados pueden olvidarse ya de los precios superiores a los 30 dólares que se registraron en los dos primeros meses de este año. Por lo tanto, parte de las tensiones inflacionistas provocadas por el encarecimiento del petróleo desaparecerán. Y sería conveniente, en la búsqueda de esa mejoría de la inflación, que los usuarios también notaran en sus bolsillos lo antes posible esa rebaja, sin necesidad de esperar al otoño, tal y como han adelantado las compañías operadoras. De todas formas, el aumento de la producción es una noticia excelente para las expectativas de estabilidad de las economías industrializadas.

Pero la cumbre de Viena ha emitido mensajes menos agradables. Uno de ellos es, de nuevo, la comprobación de que el cartel petrolero se divide en dos grupos que cada día que pasa tienen más dificultades para acordar una posición común. El problema no será grave mientras no se produzca una ruptura que recorte la capacidad de representación de la OPEP. Porque un mercado tan decisivo para la riqueza y prosperidad de los países consumidores de petróleo necesita un interlocutor que responda ante el juego de presiones exteriores y coordine su actuación global. Presiones que deberían excluir, en cualquier caso, el recurso sistemático a la amenaza de sanciones, tan empleado por las autoridades estadounidenses y tan ineficaz en la mayor parte de los casos.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_