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Coherencias

José Luis Ferris

JOSÉ LUIS FERRIS

La reciente publicación del libro Propaganda poética en Miguel Hernández, de María Gómez y Patiño, profesora de la Universidad Europea CEES de Madrid, ha supuesto una valiosísima y necesaria aportación al conocimiento de una de las labores literarias más denostadas y escasamente reconocida del poeta oriolano. Dignificar la tarea periodística de un autor acuciado por la urgencia y el compromiso en los conflictivos años de la guerra civil o devolver a un género considerado menor la atención y la estima que venía reclamando, es un esfuerzo que el lector agradecerá y que la historia literaria tendrá en cuenta. Pero hay más. Porque el citado trabajo se presentó hace unos días en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid ante la presencia de alumnos, profesores y personajes tan legendarios ya como Rosario Sánchez (Rosario, dinamitera), aquella adolescente que se vistió de miliciana para defender la República y que perdió su mano derecha en el frente, inspirando un hermoso poema de Miguel, y Julio Rodríguez Isern, compañero del poeta en la cárcel de Torrijos. Tras las intervenciones de rigor, las palabras del decano y las respectivas consideraciones de los especialistas y de la propia autora, el turno de preguntas se abrió con una escalofriante reflexión que lanzó un alumno contra la mesa de autoridades. "¿Qué pensaría Miguel Hernández de las actuaciones de ETA?". Se hizo el silencio, y tras éste, María Gómez respondió con su sabia elegancia. Miguel, como la inmensa mayoría de combatientes, jamás creyó en la violencia. Su pesadumbre ante la terrible confrontación, ante la sangre vertida, acaso inútilmente, era tan profunda como su coherencia, la misma que pocos años después le costaría la muerte. A lo que Rosario Sánchez, "la nata de las mujeres", añadió acariciando con su mano imposible las palabras: "El único fusil de Miguel fue siempre su pluma". Pero la respuesta más rotunda la ha vuelto a dar ETA esta semana con cuarenta kilos de explosivo y la triste propaganda jamás poética de los desesperados. "De la muerte y la muerte / sois: de nadie y de nadie./ De la vida nosotros, / del sabor de los árboles". Bien dicho, Miguel.

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