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El centro de Barbacid facilitará 'biochips' a los hospitales para el diagnóstico del cáncer

La técnica permitirá al médico decidir el tratamiento óptimo para cada paciente concreto

Javier Sampedro

Los hospitales españoles no tendrán que comprar a las empresas norteamericanas los biochips que necesiten para hacer un diagnóstico exacto e individualizado del cáncer de cada paciente. El Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, que dirige Mariano Barbacid, fabricará en España esos artilugios de alta tecnología y, en unos años, los proveerá a los hospitales a un coste mucho menor. Ésta y otras iniciativas para modernizar el tratamiento del cáncer necesitarán financiación privada, dada la irrisoria cantidad que el Gobierno ha dedicado a los biochips.

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Los biochips son una herramienta básica de lo que se ha dado en llamar genómica, la nueva ciencia basada en el análisis simultáneo del conjunto de los genes (el genoma) de cada individuo. La genómica será en pocos años el fundamento de la nueva medicina, basada en la prevención y en el diagnóstico genético personalizado.Hasta ahora, la fabricación de biochips está controlada por media docena de empresas biotecnológicas norteamericanas, con la californiana Affymetrix a la cabeza de un mercado que prevé facturar un billón y medio de pesetas anuales sólo en Estados Unidos. Las enormes expectativas comerciales ya han atraído a ese campo a cuatro gigantes de la electrónica: IBM, Motorola, Hewlett-Packard y Texas Instruments. Con su iniciativa, el centro que dirige Barbacid hace gala de unos reflejos científicos insólitos en el panorama sanitario español.

Un biochip es una pequeña placa que lleva adheridos, ordenados en filas y columnas, entre 10.000 y 20.000 trozos de genes humanos, todos ellos identificados por su posición. Basta bañarlo con un poco de material extraído del tumor del paciente para saber qué genes del tumor contienen mutaciones o presentan una actividad anormal. La técnica se basa en la propiedad de los genes de pegarse entre sí sólo cuando son idénticos (véase gráfico).

Los biochips serán muy pronto esenciales en el tratamiento del cáncer. La formación de un tumor se debe a una compleja acumulación de mutaciones (alteraciones de los genes) en una célula del paciente, que provocan que la célula escape de control y prolifere indebidamente.

La combinación exacta de esas mutaciones, y su interacción con las variantes genéticas que el paciente ya llevaba puestas de nacimiento, determinan por completo el comportamiento del tumor: si va a crecer despacio o deprisa, si va a permanecer confinado a su lugar de origen o va a invadir otros órganos, si va a responder al tratamiento con radioterapia o con cierto fármaco, o por el contrario conviene aplicarle una cirugía radical. La información es crucial para que el médico decida el tratamiento adecuado a cada tumor concreto de cada paciente concreto. Y los biochips son la única forma viable de analizar todas esas mutaciones y variaciones innatas con una sola prueba clínica.

El proyecto para fabricar biochips es una de las dos patas esenciales del Programa de Patología Molecular presentado ayer por Barbacid y por el científico fichado para dirigirlo, Miguel Ángel Piris. La otra pata es la creación de un banco de tumores, una especie de centro de coordinación que hará accesibles a los médicos la información exacta sobre cada tipo de tumor (identificado por su ficha genética) y los tratamientos a los que mejor responde.

Muestras congeladas

Según explica Piris, este banco consta de una parte real y otra virtual. La parte real son las muestras de tejidos tumorales congelados o embebidos en parafina que conservará cada hospital adscrito al programa. Las muestras se tomarán siguiendo procedimientos homologados, como también estará homologada la información sobre los tratamientos que recibe cada paciente y sus resultados. La idea -también inspirada en los bancos de tejidos de EE UU- es disponer de datos fiables y comparables sobre el tratamiento óptimo para cada tipo genético de tumor (cuya ficha se determinará con los biochips).

La parte virtual del banco de tumores será la información centralizada sobre todo lo anterior, que estará disponible libremente para toda la comunidad médica. Por el momento, han suscrito el acuerdo de colaboración el Hospital Virgen de la Salud de Toledo y seis hospitales de Madrid: La Paz, Ramón y Cajal, Gregorio Marañón, Doce de Octubre, Clínico y Puerta de Hierro.

El Programa de Patología Molecular es el primero que pone en marcha el centro que dirige Barbacid, cuya sede permanente no estará acabada hasta el año que viene.

Un entusiasmo oficial escasamente avalado por los presupuestos

El ministro de Sanidad, José Manuel Romay, declaró ayer triunfalmente que el nuevo Programa de Patología Molecular "sitúa a España en un nivel comparable al que disfrutan los países más avanzados". Los científicos relacionados con la genómica, menos dotados que Romay para el optimismo de campaña, preferían recordar un dato sombrío: el Plan Nacional de Investigación, Desarrollo e Innovación aprobado en noviembre por el Consejo de Ministros para el periodo 2000-2003 destina a toda la genómica un testimonial presupuesto de unos 700 millones de pesetas, y ello gracias a la machacona insistencia de un prestigioso investigador que prefiere no dar su nombre.

Para enmarcar esa cifra, puede mencionarse que una sola empresa dedicada exclusivamente a los biochips, la californiana Affymetrix, alcanzó el mes pasado una cotización en Bolsa de 3.080 millones de dólares (más de medio billón de pesetas). El proyecto español, según reconocen sus responsables, cuenta para salir adelante con la financiación de "compañías de biotecnología, diagnóstico médico y farmacia".

Para poder fabricar biochips, y en vista de la parquedad presupuestaria, el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas ha tenido que formar un consorcio con otros tres centros científicos españoles para pagar a escote los gastos (véase EL PAÍS del 7 de febrero). El equipo necesario para que un solo laboratorio fabrique biochips cuesta unos 150 millones de pesetas. Los 40.000 genes humanos catalogados hasta el momento cuestan unos 40 millones, y todavía habrá que comprar otros 60.000 para completar el genoma. "No sólo es que el presupuesto sea escaso, es que además los genes nos salen más caros que a los estadounidenses", dijo ayer Barbacid.

Con todo, y a la larga, el proyecto le ahorrará un montón de dinero a la sanidad pública. Affymetrix vende ahora cada biochip a 1.000 dólares (170.000 pesetas), un precio que -esta vez sí- sólo pueden permitirse "los países más avanzados".

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