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Francia debate cómo gastar el superávit fiscal inesperado de 1999

El ministro de Finanzas francés, Christian Sautter, desveló ayer que el Gobierno de la izquierda plural ha cerrado el ejercicio de 1999 con unos ingresos fiscales que superan las previsiones en 30.700 millones de francos (unos 770.000 millones de pesetas). Un consumo en alza, un paro que decrece, un buen número de nuevos empleos creados, una inflación controlada, un crecimiento sostenido y una balanza comercial excedentaria explican lo que ya se ha convertido en famoso "tesoro" o "botín" fiscal.

El destino del "tesoro" es tan discutido como su importancia. Hasta el 24 de noviembre de 1999 Sautter aseguraba que no superaría los 13.000 millones de francos, pero ese día ya aceptó que en la hucha había 24.300 millones no previstos. Casi dos meses más tarde, la cifra real incluye 6.400 millones de francos más. Respecto al ejercicio ya acabado no hay problema: las reglas exigen que ahora el plus ingresado sirva para reducir el déficit. Una parte ya había sido destinada a reducir la presión fiscal proponiendo un IVA de sólo el 5% a quienes emprendan trabajos de mejora de su vivienda principal. El resto ha servido para que el déficit presupuestario sea de 206.000 millones de francos, un 2,1% del PIB, muy por debajo del esperado en 1999 -236.600 millones de francos- e inferior también al estimado para el ejercicio que acaba de empezar, el del 2000, que había sido cifrado en 215.400 millones de francos.

El Gobierno ha anunciado que los ingresos suplementarios y las previsiones al alza del crecimiento le empujan a "reformar y reducir la tasa de habitación en función de los márgenes de maniobra financiera". La tasa de habitación, que supone 70.000 millones de francos, es un impuesto local, especialmente arbitrario porque se rige por el valor catastral del apartamento o casa en la vive una persona, ya sea de propiedad o de alquiler.

Si el horizonte económico del Gobierno aparece despejado, su horizonte político se ha nublado. Los comunistas y los ecologistas preferían un aumento de los mínimos sociales para reafirmar el consumo popular, mientras que el ala más liberal de los socialistas -la encabezada por Laurent Fabius, presidente de la Asamblea Nacional- se inclinaba por reducir la presión fiscal en el terreno del IRPF.

Para el primer secretario socialista, François Hollande, la solución adoptada es la que defendía, al igual que Michel Rocard, que lamenta que no se haga un esfuerzo suplementario para reembolsar la deuda del Estado. El populista Henri Emmanuelli sostenía que la riqueza no prevista "ha de servir para la supresión progresiva de todas las cotizaciones sociales que gravan los bajos salarios".

La oposición reclamaba la reducción del IRPF que, según los liberales, "tiene hoy un carácter confiscatorio". Entre los gaullistas son numerosas las voces que exigen una reducción general del IVA, quizá olvidando que fue el Gobierno gaullista de Alain Juppé, en 1995, el que subió dos puntos el IVA, y pocos hablaban de la tasa de habitación porque financia el poder regional y municipal.

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