_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El espejo

Juan José Millás

La izquierda, al contrario de la derecha, es un espejo roto. Un señor de derechas de toda la vida se mira en el PP y enseguida ve al Fraga que lleva dentro. Incluso al demócrata que lleva fuera. No le falta de nada a ese reflejo. Cuando está de moda la tolerancia, le devuelve una expresión tolerante, pero si regresan los obispos el azogue le retrata bajo palio. No se ha dado el caso de que un señor de derechas de toda la vida se mirara en el espejo y le faltara un brazo, ni siquiera el izquierdo. Si no hay varios partidos de derechas, es porque los distintos temperamentos que la integran se complementan a la perfección. Los azúcares no excluyen a las grasas, ni éstas a los hidratos de carbono. La honradez y las stock options de Villalonga conviven en una armonía inexplicable, lo mismo que la pluralidad informativa y la censura, el divorcio y la indisolubilidad matrimonial, la defensa de la Constitución y su rechazo.El espejo del votante de izquierdas, sin embargo, por no tener no tiene ni marco incomparable. Está hecho polvo, así que cuando se mira en él no ve sino fragmentos de sí mismo. A veces toma el fragmento por la totalidad y prefiere quedarse en casa en vez de ir a votar, para no ser cómplice de esa mancha oscura que ha apreciado en la piel, o de esa verruga que le ha salido en la frente. Otras veces vota donde más duele, donde más le duele a él, en plan autocastigo. Lo que pasa es que los autocastigos de la izquierda engordan mucho a la derecha. El PP gobierna ahora mismo no porque tenga más votos, sino por una penitencia religiosa que se han impuesto sus adversarios ateos. La derecha inventó el cilicio, aunque quien de verdad disfruta con él es la izquierda, que se ha curado de otras cosas, pero no del masoquismo.

Almunia ha hecho una propuesta para recomponer ese espejo, de modo que la gente de izquierdas no se vea rota y confunda el fragmento con la totalidad, como la paloma de Alberti, que por ir al norte fue al sur, creyó que el trigo era agua, se equivocaba, se equivocaba. Pero no estamos seguros de que pueda ser, porque a lo mejor no hemos sufrido bastante todavía y conviene que continúe gobernando Aznar con los votos de Frutos.

A ver.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_