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La fascinación de crear

Existe un tic casi mecánico, un comportamiento común, una reacción espontánea y extendida que iguala a casi todo ser humano cuando tiene oportunidad de agarrar una muñeca de trapo: espachurrarla contra el pecho. Es lo que María Teresa Sos, artesana sexagenaria de la barriada roquetera de El Parador (Almería), ha observado entre las personas que han recibido alguna de las 520 muñecas confeccionadas por ella a lo largo de su vida.María Teresa lleva muy bien la cuenta de los personajes que crea con telas, miraguano, cintas de raso y encajes porque tiene claro que su producción jamás será comercial. "Mantengo la tradición de no comercializar con la artesanía, aunque eso no signifique que rechace encargos y peticiones expresas de quienes quieran tener una", explica.

La fascinación que envuelve a los cientos de peponas elaboradas por esta mujer en períodos intermitentes de su existencia emana del carácter personal, único y exclusivo que envuelve a cada ser creado. "Para mí son seres casi vivos. Les hablo y les canto, que es lo más bonito. Las considero como amigas que jamás te van a traicionar", apunta.

Y es que María Teresa jamás ha repetido una sola cara o expresión, ni un solo traje para sus muñecas. Cada una es distinta y única, con un nombre propio que la autora le asigna nada más concluir el último retoque para añadirlo a su censo particular. Todas están numeradas e inscritas en una suerte de registro civil casero. La última que hizo fue la número 520.

También todas llevan la firma de Teresa, en memoria de su madre, transmisora de esta artesanía, que , a su vez, aprendió de la abuela de María Teresa. "Es una tradición familiar de más de 150 años. Y es precisamente ahora, en la vejez, cuando estoy cumpliendo con mi promesa a mi madre. Ella decía que en este mundo estamos de paso, y que es triste pasar sin dejar una huella bonita o un recuerdo para los que se quedan. Yo le dije: "Mamá, no te preocupes, que dejarás huella a través de las muñecas". Por eso siempre firmo con su nombre. Son las muñecas de Teresa", aclara.

María Antonieta, Anastasia, Cleopatra, Josefina o María Estuardo son algunos de los nombres sofisticados con los que la hacedora de ilusiones bautiza a sus particulares seres. También se los inventa o ironiza, según el día, con nominativos varios. "El 28 de diciembre pasado, día de los Santos Inocentes, terminé dos muñecas. A una la llamé Inocente y a la otra Inocencia", comenta entre risas.

Sin embargo, lo más llamativo de esta creadora, que ha participado en el encuentro de artesanas de Aguadulce (Almería), pasa por la indumentaria que elige para acompañar a sus muñecas. Al compás de series confeccionadas relacionadas con el flamenco, la época decimonónica o la España del XVIII, María Teresa se presenta ante el público con un traje de rociera, vestida a lo Margarita Gautier o envuelta en un traje goyesco. "Siempre hago un traje para ellas y otro para mí. Soy una soñadora muy romántica", comenta.

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La confección de muñecas de trapo podría dejar de producirse si la hija de María Teresa o su cuñada rompen con la, hasta ahora, tradición familiar. Llegados a ese punto la artesana transmitiría su conocimiento a cualquier otra persona con dos condiciones sine qua non: que cada muñeca lleve el nombre de su madre y que la futura artesana renuncie a cualquier afán comercializador para realizarlas en serie. "La muñeca tiene que transmitir un mensaje a la persona que la recibe, sin más remedio. Para mí es una verdad como un piano", concluye.

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