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Expertos vaticinan que la saturación del tráfico en las capitales vascas conduce al colapso total

Mikel Ormazabal

El año pasado se vendieron en el País Vasco una media de 240 vehículos al día, un 20% más que en 1998. El crecimiento de las matriculaciones, que sitúa el parque móvil por encima del millón de vehículos, unido al mayor uso del coche privado, ha encendido las luces de alarma en los organismos que regulan el tráfico. Las principales carreteras de la red viaria están saturadas y la congestión es más acusada en las calles céntricas de las tres capitales. Los expertos pronostican que esta situación conduce al colapso total si antes no se adoptan medidas de corrección efectivas.

En Euskadi hay un coche por cada dos habitantes, lo que significa que en casi todas las familias con cuatro miembros existen ya dos turismos. El parque móvil de la comunidad autónoma suma 1.028.500 vehículos, una cifra que roza la mitad de la población vasca. El aumento paulatino de las nuevas matriculaciones, apenas mitigado por las bajas que se notifican en las oficinas vascas de la Dirección General de Tráfico, es una constante durante los últimos años, aunque en 1999 el crecimiento del parque móvil se ha acentuado de forma espectacular.Según los datos facilitados por las tres jefaturas provinciales de tráfico, en Vizcaya se matricularon el año pasado 46.770 vehículos, lo que representa un incremento del 22% aproximadamente respecto al ejercicio anterior. En Guipúzcoa la subida ha sido del 15,5%, tras darse de alta 25.752 vehículos, sin incluir las motocicletas, furgonetas, camiones, autobuses, ambulancias o tractores, que dejarían el total en 30.192. Y en Álava se tramitaron 14.795 nuevas matrículas (un 12% más que en 1998). Por término medio, uno de cada cinco alaveses compraron coche, y uno de cada cuatro en Guipúzcoa y Vizcaya.

Esta progresiva inflación automovilística tiene unos efectos cada vez más notorios en la circulación, tanto como la cada vez mayor utilización del coche privado para cualquier desplazamiento, que aumenta un año tras otro entre el 7% y el 10%. "Es imposible que la mejora y ampliación de las infraestructuras viarias crezca al mismo ritmo que el tráfico, y tampoco sería aconsejable que así ocurriera", afirma José Félix Basozabal, diputado vizcaíno de Carreteras.

Las tres diputaciones, en colaboración con los ayuntamientos más afectados por la altísima densidad de tráfico, están estudiando la aplicación de medidas correctoras para paliar los efectos del caos circulatorio que se avecina a corto plazo. Estos atascos, habituales en las tres capitales, se hacen aún más visibles en el casco bilbaíno y en sus accesos periurbanos.

Atascos recurrentes

La Diputación vizcaína ha abierto tres líneas de trabajo para aliviar este problema. Lejos de las fórmulas drásticas que se han empleado en otros países -como una fuerte subida de los impuestos de la circulación, en el combustible y el IVA, o restringir la circulación de forma alterna a las matrículas pares o impares- la institución foral continuará mejorando su red viaria, reforzará la oferta del transporte público e instalará un "centro de gestión del tráfico", que informará en tiempo real a los usuarios sobre la situación de las carreteras, "para que el usuario tome la mejor decisión al volante", informa Basozabal, quien promete que estará en marcha "antes del verano".

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La clave está en "lograr una disminución de los desplazamientos en vehículo propio", transfiriendo los viajes en coche al autobús urbano, tranvía, metro o a la bicicleta. El escenario ideal es que las distancias menores de dos kilómetros se hagan a pie; entre dos y siete kilómetros, en bicicleta; de sieta a diez, en tren, y el resto en coche.

Sin embargo, el abuso del automóvil origina a diario grandes retenciones en Bilbao en las horas más críticas, y se agrava cuando surge alguna incidencia en el tráfico. Las entradas y salidas a la capital son muy lentas, casi siempre desesperantes. "Estamos muy cerca del colapso en los accesos de alta capacidad", reconoce Basozabal. Recorrer el trayecto entre Getxo y el Parque Tecnológico de Zamudio, separados por diez kilómetros, cuesta el mismo tiempo que yendo de San Sebastián a Zamudio. En la capital donostiarra, los atascos son habituales en los accesos por los barrios de Amara y el Antiguo.

Carlos Corral, jefe de los servicios técnicos del Ayuntamiento de Madrid, que ha estudiado la movilidad en las capitales vascas, asegura que "los índices de motorización son graves" y equiparables a los de Centroeuropa. "Si el crecimiento se mantiene, en pocos años no se podrá circular", subraya. Este urbanista propone "transformar las ciudades en espacios para transitar a pie, donde la combinación de los medios de transporte evite la tentación de ponerse al volante", y advierte del peligro de "hacer barrios segregados de la ciudad que obliguen a viajar en coche".

Todos coinciden en que son más efectivas las medidas sociales que las técnicas, sobre todo cuando se constata que cada vehículo que entra en Bilbao transporta solamente a 1,2 personas, índice muy parecido a los de San Sebastián y Vitoria.

Cambio de los hábitos sociales

Mikel Murga, de la consultoría Leber, cliente habitual de las instituciones vascas para realizar prospecciones sobre transporte y carreteras en Euskadi, ha estudiado a fondo el tráfico en otros países. Propone huir del modelo americano, que "estimula la construcción de ciudades jardín en los extrarradios y provoca un aumento exagerado de los desplazamientos en coche al centro de las capitales". Los ejemplos de Atenas o Nairobi "tampoco sirven", porque la prohibición de circular en días alternos con matrículas pares o impares "se ha contrarrestado con la adquisición de coches de segunda mano".La solución pasa por "cambiar hábitos sociales", porque el ciudadano percibe que "coger el coche es gratis, y lo gratis incita al sobreconsumo", dice Murga. En Japón, donde la congestión también es elevada, "no permiten matricular un coche si antes no se justifica ser propietario de una plaza de garaje".

Mikel Murga considera que "estamos siguiendo los pasos equivocados de otros países, donde la carestía de los pisos del centro han desviado a la gente al exterior". "Todo aquel que tiene coche propio desprecia el transporte público, con independencia de que en autobús tarde la mitad de tiempo. Es un problema de mentalidad que requiere una concienciación social y soluciones pedagógicas para impedir el caos total", añade. No desdeña la conveniencia de que "los políticos prediquen con el ejemplo y se desplacen a pie".

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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