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Cortés se esconde y Cambreleng dice que fue un éxito

Jesús Ruiz Mantilla

Ayer, en medio del escándalo, unos dieron la cara y otros se escondieron. El espectáculo, al que asistieron Rosa y Alfredo Kraus, hijos del tenor fallecido, comenzó en el escenario con 35 minutos de retraso. Allí estaban Carmen Oprisanu; Aquiles Machado, el alumno querido de Alfredo Kraus; Jaime Aragall, Elisabete Matos y Plácido Domingo, que poco antes había llegado de Roma, donde fue plantado en el avión por Luciano Pavarotti en un gesto del tenor de Módena que difícilmente podrá ser olvidado en Madrid. Pero es que ésos son los riesgos que se corren cuando para organizar un homenaje a Alfredo Kraus se recurre a sus enemigos en vida. La brillante idea fue de Juan Cambreleng, gerente del Real, quien, en una rueda de prensa posterior al escándalo, lanzó una serie de declaraciones surrealistas. "Quise reunir a los tres tenores para dar lugar a una reconciliación que no fue posible en vida del tenor", confesó. Domingo estuvo. Carreras mandó un vídeo con un cariñoso mensaje, lo mismo que hicieron Montserrat Caballé y Renata Scotto, y Pavarotti llamó un cuarto de hora antes de tener que coger el avión y dijo que se encontraba indispuesto. El gerente del teatro, en otra escena que parecía haber salido de la inspiración del gran Groucho Marx, afirmó: "La gala ha sido un éxito. Estoy muy contento. Ha sido un gran concierto-homenaje en toda regla y ahí está el vídeo para confirmarlo. Los cantantes han estado espléndidos", aunque, eso sí, dijo, "no pensamos repetir la experiencia".Eso suponiendo que cuente con otra oportunidad, porque, ante la pregunta de si iba a hacer caso a los que en la puerta del teatro pedían su dimisión, Cambreleng señaló: "No pienso hacer caso, porque son unos irracionales. Sólo daré explicaciones al patronato". Antes, Cambreleng, nervioso y muy enfadado, sin despeinarse, montera en mano, culpó de todo el desastre, según él pleno de éxitos, al público, del que no salvó ni siquiera a los que se quedaron dentro de la sala. "La actitud del público ha sido irresponsable. Estoy muy enfadado. Han roto los pomos de las puertas y han amenazado al personal del teatro. Además, los cantantes merecen un respeto".

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Al fin y al cabo, Cambreleng dio la cara. No ocurrió lo mismo con el secretario de Estado de Cultura, Miguel Ángel Cortés, que en un momento del alboroto salió al vestíbulo y, ante los insultos de los allí presentes, se escondió, rodeado de sus guardaespaldas, en el ascensor. Luego, todos los informadores preguntaban por él. "¿Dónde está Cortés?" fue la pregunta favorita de muchos, a la que los responsables del teatro respondían: "No sabemos". Al final del homenaje se le vio y corrió a refugiarse en la sala de protocolo.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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