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Un profesor de Óptica desmitifica la belleza del cielo y la luz de Granada Su tesis doctoral rebate científicamente las alabanzas de los poetas

El cielo y la luz de Granada han sido siempre fuentes de inspiración para poetas. Alejandro Dumas, Lorca, Ángel Ganivet y Zorrilla, entre otros, alabaron su intenso azul y su extraordinario fulgor. Sin embargo, un profesor de Óptica de la Universidad de Granada ha desmitificado científicamente estas poéticas percepciones: el cielo de Granada no tiene nada de especial y su luz y color son similares a los de otros lugares del mundo.

Javier Hernández ha pasado los últimos cuatro años de sus 28 mirando al cielo. El tiempo que le ha llevado completar su tesis doctoral sobre las Características espectrales y colorimétricas de la luz-día y luz-cielo de Granada.El resultado del trabajo, además de un sobresaliente cum laude para el autor, ha sido que la luz de la ciudad no es nada del otro mundo. "Durante la mayor parte del día, la luz en las calles de Granada es acromática, sin color. Durante el crepúsculo adquiere un tono más azulado o púrpura", explica.

El color del cielo tampoco es ninguna maravilla. "El azul intenso es sinónimo de pureza de cielo, y el azul de Granada es poco saturado, poco puro, casi tirando a blanquecino", aclara Hernández, que echa así por tierra "la sensación que la gente tiene de que el cielo de Granada es muy azul".

El profesor del Departamento de Óptica ha llegado a estas conclusiones tras realizar, durante dos años y seis meses, 2.600 mediciones del color y la luz de la bóveda celeste con un espectrorradiómetro. Hernández colocó este complejo artilugio, "que cuesta cinco millones de pesetas", en la terraza de la Facultad de Ciencias de Granada, donde la altura de los edificios colindantes no impide la visión.

Las conclusiones obtenidas las comparó con otras publicadas en la década de los 60 en estudios sobre el cielo de ciudades de Estados Unidos, Canadá y Japón. En España, asegura Hernández, no existe investigación alguna sobre esta materia.

El contraste no aportó grandes diferencias. "El color del cielo es bastante parecido en todos los lugares del mundo. Varía debido a las condiciones atmosféricas y a la polución. En Granada, por fortuna, hay poca contaminación y el cielo, lógicamente, es más puro que en Nueva York", señala.

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Javier Hernández consideró al término del trabajo, que su tesis era abstrusa. "Había muchos números", recuerda. Por ello decidió usar los resultados para desmitificar la excepcional belleza que escritores y poetas han atribuido al cielo y la luz de Granada. También era una forma de demostrar que "los científicos no son mentes cuadradas y carentes de sensibilidad".

Dos profesoras de Literatura, María Sánchez y María Angeles Díaz, le ayudaron a recopilar la docena de versos con los que Hernández ha encabezado los capítulos de su tesis doctoral. En ella sí se recoge, al menos, un aspecto positivo del cielo de Granada: sólo en 200 de las 2.600 mediciones realizadas, el cielo estuvo totalmente cubierto por las nubes.

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