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Reportaje:

Es "natural" ligar en la oficina

Un libro de Shere Hite revela que las relaciones sexuales en el trabajo suelen ser duraderas y beneficiosas

Katherine llegó a su despacho de un banco de Londres y cumplió con el rito de hacer café, encender su ordenador y dirigir su ratón al icono de mensajes. Tenía cinco. Cuatro de asuntos profesionales. El quinto era un piropo de un colega casado que estaba a menos de quince metros de distancia. "No sabes lo bien que te sienta el rojo", decía con timidez el primer intento de ligue. Firmado por Jason, el mensaje fue el comienzo de un romance más bajo el techo de la empresa.Sexo y Trabajo es el título del libro de la feminista Shere Hite que explora las deliciosas complicaciones de enamorarse en la oficina y aquello de lidiar con los límites de la discreción en aras de no romper el tabú, la letra pequeña de los contratos, las rabietas y dolores de cabeza de los jefes súbitamente transformados en testigos (y cómplices) de los apasionados romances entre empleados.

Rociadas de champaña, las fiestas navideñas, favorecen los idilios reprimidos. ¿Quién no se enamoró una vez en la oficina? ¿Quién dijo que no es posible hacer el amor en el escritorio?

"Es natural que un hombre y una mujer se atraigan en la oficina", dice Hite, directora del instituto Hite Research International. "Es imposible ignorar la sexualidad en el trabajo. Desalentar esas relaciones creyendo que no existen o declararlas ilegales no van a salvar a la compañía; en el mejor de los casos, esos asuntos son las cosas que uno trata de ocultar bajo la alfombra", añade.

Los resultados de las investigaciones de Hite son sorprendentes: el 42% de los empleados de diez grandes compañías admitieron tener relaciones sentimentales y sexuales con colegas, aunque un 35% de ese grupo optan por ocultar esos romances. La actitud de los responsables de las grandes corporaciones, sigue siendo la misma: prohibir o cerrar los ojos para evitar "complicaciones" en el proceso de producción de ganancias. A fin de cuentas son empresarios.

Pero detrás de la fachada conservadora permanece al acecho un mundo de pasión irrefrenable. Los empleados, hombres y mujeres, pasan la mayor tiempo del día juntos. Bromas y chismes unen a unos y otras y se combinan en una intimidad natural: el café matinal se convierte en el preámbulo de la alcoba. Hay más contacto entre una empleada y un empleado que el que ambos pueden hallar al llegar a la casa, donde la monotonía asesina el romance. No hay arrepentimiento, dice Hite, una vez que el romance muere por causas naturales. La relación cambia de rumbo y prevalece la camaradería. O, en el peor de los casos, el amargo desdén una vez que uno de los miembros de la pareja decide poner punto final, o recurre a la venganza legal en forma de "acoso sexual". Es el tránsito de los amantes hacia el terreno movedizo de una amistad con pasado sexual.

Teóricos y sexólogos afirman que el sexo en la oficina no termina en amnesia. Principalmente porque no evita el persistente fantasma de los celos y hasta cierto grado la envidia cuando uno de los ex amantes es promovido a una posición superior y los nortes cambian.

Katherine y Jason todavía se aman apasionadamente bajo las narices de sus jefes. Y, fumándose un cigarrillo en la cama, se ríen de la envidia de sus superiores.

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