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Tribuna
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Terra: expectativas e incentivos

El acontecimiento bursátil del año, la salida a Bolsa de Terra Networks, ha llevado al extremo el principio de que la Bolsa descuenta expectativas. ¿Qué expectativas pueden justificar el espectacular desequilibrio observado en el estreno bursátil de Terra entre el número de acciones demandadas y ofertadas, que multiplicó por tres el precio de salida? La respuesta se encuentra en el potencial de crecimiento del comercio y de todo tipo de transacciones a través de Internet. La combinación explosiva de acceso a Internet a alta velocidad con tarifa plana, junto con la próxima irrupción de Internet en la telefonía móvil gracias a la tecnología de tercera generación, apuntan a una sociedad en la que buena parte del gasto de empresas y familias se canalizará a través de Internet. Terra ofrece a los inversores la oportunidad de invertir o especular hoy con este escenario futuro.Las empresas de Internet se han caracterizado en Bolsa por comportamientos de vértigo. En Estados Unidos, Amazon multiplicó por 11 su valor en 1998 y ha subido un 43% adicional en 1999. Las cotizaciones de Yahoo y American On Line han tenido evoluciones igualmente espectaculares. En Europa, el pasado 27 de octubre comenzó a cotizar en la Nuovo Mercato de Milán la empresa italiana de Internet Tiscali, con una subida el primer día del 55%. La cotización de Tiscali acumula ya una subida del 166% en tan sólo 16 sesiones.

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El mensaje de los mercados bursátiles a los otros grupos de telecomunicaciones y de medios audiovisuales está siendo muy claro. Los inversores están ávidos de acciones vinculadas a Internet. Aunque la acogida en las próximas colocaciones sea una centésima de la registrada con Terra, el margen para poner en valor empresas que tengan visos de arañar una parte del futuro del negocio de Internet no tiene parangón en la historia ni en ninguna otra actividad industrial o de servicios.

La aparición de empresas de Internet en la Bolsa española obligará seguramente a revisar las reglas de funcionamiento del mercado continuo. El límite del 15% al alza o la baja en la variación diaria de la cotización sobre el cambio del día anterior, se queda corto para empresas de alto riesgo cuyo valor se fundamenta en ingresos y beneficios que no empezarán a materializarse hasta dentro de varios años.

La justificación financiera del valor de Terra en diez mil millones de euros, más allá del componente de apuesta especulativa a corto plazo, exige que la empresa alcance, tarde o temprano, unos beneficios contables proporcionales a dicho valor. Para ello, el activo más valioso de Terra es la presencia de su matriz Telefónica en un mercado de más de 500 millones de clientes potenciales.

En este tipo de empresas cabe plantear una reflexión adicional en relación a la política de retribución y fidelización de directivos, y el muy discutido problema de "agencia" entre los gestores y los accionistas de las empresas. La retribución variable de los gestores, en función de sus resultados y de los beneficios, forma parte de la más pura lógica empresarial, ya que aúna los intereses de los gestores y de los accionistas. La singularidad de Terra, puesta de manifiesto con toda su crudeza el día de la salida a Bolsa, exige un especial cuidado en los mecanismos de retribución variable. La vinculación de la retribución de los ejecutivos a la cotización en Bolsa entraña riesgos, sobre todo en sectores en los que la referencia de mercado (benchmark) en cuanto a evolución, comportamiento relativo de los competidores y factores gestionables y no gestionables por los ejecutivos que afectan a la cotización, no es fácil de identificar. Terra vale lo que vale en Bolsa no tanto por las bondades, que sin duda son muchas, de su actual portal en Internet y de su actividad de servidor, sino porque Terra representa la apuesta inequívoca en el negocio de Internet del primer grupo de telecomunicaciones del mercado de habla castellana. En estas condiciones, la existencia de stock options sobre las acciones de Terra plantean la duda de hasta qué punto no suponen una transferencia de valor desde los accionistas de Telefónica, legítimos propietarios de todo el potencial de la compañía en favor de los directivos de su filial.

Arturo Rojas es director del Servicio de Asesoramiento de Telecomunicaciones en Analistas Financieros Internacionales.

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