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ANDALUCÍA

La lucha por las actividades extraescolares

Carmen Morán Breña

La jornada escolar en Andalucía no es una cuestión superada, a pesar de ser una de las comunidades históricas al respecto. No hace ni un año que se ha aprobado el nuevo modelo, con el que no están del todo satisfechos los profesores y que mantiene a la Confederación de APAS a la espera de que la normativa funcione. Los colegios pueden elegir entre tres opciones, pero aquellos que prefieran ir a clase sólo por las mañanas tendrán que dedicar al menos dos tardes a la semana a realizar actividades extraescolares. Una empresa pública, que aún no se ha creado, será la encargada de organizarlas.

A finales de los años ochenta, "un grupo de profesores andaluces se planteó que, dada su condición de funcionarios, no tenían por qué ser distintos al resto de sus compañeros". Lo que sucedió lo relata el presidente de la Confederación de Asociaciones de Padres de Alumnos de Andalucía, Miguel Sicilia: "Aquella idea la vistieron muy bien. Hablaron del clima de Andalucía, de que los niños no rendían por las tardes, de que pasaban poco tiempo con la familia". Y lograron convencer a los padres, que inmediatamente radicalizaron sus posturas, explica Sicilia. A partir de entonces la jornada continua se fue implantando progresivamente.Dos modelos de familia son más proclives a aceptar la jornada continua que se proponía: "Las familias de clase media alta, que buscan las tardes libres para ofrecer a sus hijos una educación de élite: conservatorios, idiomas; y las de clases más bajas, para las que la educación no es algo fundamental cuando ni siquiera se tiene trabajo". Sicilia no se anda con rodeos. Dice que lo que empezaron los sindicatos para satisfacer los deseos laborales de los profesores fue el principio del declive de la escuela pública en favor de la concertada. "Fue una caza despiadada de padres. Si el presidente de una asociación de padres no estaba de acuerdo con la jornada continua, no duraba en el puesto ni dos horas".

Durante la década de los noventa ha habido en Andalucía colegios con jornadas variopintas: algunos sólo recibían clase por la mañana y otros tenían, además, dos, tres o cuatro tardes ocupadas. Ese horario vespertino que, en principio, se adjudicó a actividades extraescolares, acabó sirviendo para que los profesores se reunieran o para celebrar consejos escolares. De tal forma que las familias acomodadas matricularon a sus hijos en otros estudios de provecho mientras que en los cinturones urbanos y en las zonas rurales los colegios acabaron cerrando a la hora de comer.

Las asociaciones de padres se han encargado durante estos años de organizar las actividades extraescolares allí donde éstas no funcionaban. "Los colegios concertados hicieron su agosto porque ofrecían aquellos servicios que la escuela pública no tenía", señala Sicilia.

El consejero de Educación, Manuel Pezzi, ha manifestado que cuando comienzan las peticiones de jornada continua, desde unos sectores u otros, con más o menos razón, "es difícil ofrecer una receta única para todos y no se deben dar soluciones a la carta sin diseñar una normativa de carácter general porque provocaría agravios".

"A los padres de los colegios públicos se les preguntaba si preferían hacer dos viajes al día al centro para llevar y recoger al niño o cuatro", dice Sicilia. "Ellos elegían lo primero, pero es un planteamiento engañoso, porque, si hay servicio de comedor, los escolares pueden permanecer allí todo el día y las madres que no trabajan pueden hacer otras cosas, incluso buscar trabajo".

Después comenzaron los estudios de expertos que todo el mundo encargó para hacer un diagnóstico de la nueva jornada continua. El de la Administración revela que "no hay diferencia en el rendimiento del alumno, tanto si el horario es continuo como si no lo es", explica Sebastián Cano, director general de Planificación Educativa. Cuando la Administración se planteó en 1998 organizar de nuevo la jornada, lo primero que hizo fue una encuesta. Los resultados revelaron la satisfacción de los padres con el modelo de jornada que tienen, sea el que fuere. "Esto sólo significa que se han organizado para adaptarse a él", dice Cano.

A la vista de esos resultados, la consejería decidió dejar las cosas más o menos como estaban, pero estableció que aquellos colegios que opten por jornada continua deben dedicar al menos dos tardes a actividades extraescolares.

Aunque todavía no se ha puesto en marcha, la última medida ideada por la consejería para garantizar que esto se cumpla es crear una empresa pública que organice actividades extraescolares de calidad. Se estableció, además, que el colegio que quiera cambiar de jornada tiene que contar con los votos de la mayoría absoluta de los padres, "no sólo de los que acudan a votar, sino de todos los censados". Los docentes no están de acuerdo y la confederación de padres andaluza pide que la nueva empresa cuente con su participación y deje a un lado a los sindicatos. Hay otros modelos de jornada que conviven aún en Andalucía, pero que se encuentran en extinción, los de tres y cinco tardes.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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