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Entrevista:

"La NASA estudia mi idea favorita, un ascensor espacial"

Recientemente, en una mañana de otoño, en una de las suites de su adorado hotel Chelsea -legendario hogar neoyorquino de músicos y artistas-, sir Arthur C. Clarke, de 81 años, autor de más de un centenar de libros de ensayo y ciencia ficción, coguionista junto a Stanley Kubrick de la película 2001: una odisea en el espacio, y el soñador a quien en 1945 se le ocurrió la idea del satélite de comunicaciones, nos recibió en una silla de ruedas, asistido por sus dos ayudas de cámara de Sri Lanka, Héctor y Lenin.El autor, que vive en Colombo (Sri Lanka), había hecho una parada para visitar a viejos amigos y admiradores de camino a casa, después de haberse sometido a una ronda de pruebas médicas en el centro médico Johns Hopkins, de Baltimore.

Pregunta. ¿Es cierto que usted y Stanley Kubrick escribieron el guión de 2001: una odisea en el espacio justo aquí, en el hotel Chelsea?

Respuesta. Desde luego. Este lugar es mi hogar espiritual. A todo el mundo le sorprende el que venga a este hotel, que no es, ni mucho menos, de cinco estrellas. Antes de venir me he pasado más de una semana en el Johns Hopkins. Me han hecho una biopsia de nervios. Padezco alguna extraña neuropatía. De repente se me paralizan las piernas. Básicamente, tengo un síndrome postpolio, motivo por el cual ya no puedo andar.

P. Hemos oído que el astronauta Buzz Aldrin le visitó en el Hopkins.

R. Sí, se pasó por el hospital para verme y no paró de decirme que teníamos que sacar a la NASA del negocio espacial. En su opinión, debería ser una iniciativa privada. Hay mucha gente que intenta desarrollar un acceso al espacio relativamente barato y sin burocracias. No tengo ni idea de si tendrán o no éxito. Creo que el cohete acabará siendo para los viajes espaciales lo que el globo fue para los viajes aéreos: nos llevó hasta ahí, pero pronto fue sustituido por algo mejor.

P. ¿Es usted igual de crítico con la NASA que Buzz Aldrin?

R. Yo no critico a la NASA, porque es la esclava del Congreso. De hecho, la NASA ha creado ahora un Instituto de Conceptos Avanzados. Está estudiando todo tipo de locuras, incluida mi favorita, el ascensor espacial. Se trata de una idea deliciosamente simple: construir un ascensor desde el Ecuador hasta un satélite geoestacionario. Las cargas ascienden y descienden por electricidad.

Lo bueno del ascensor espacial es que haría que los viajes espaciales costaran calderilla. La electricidad necesaria para elevarte en el espacio cuesta unas 52.000 pesetas. Un viaje de ida y vuelta costaría unas 10.000, porque en el viaje hacia abajo se recupera la mayor parte de la energía. He dicho en repetidas ocasiones que el principal coste del viaje espacial en el futuro serían las comidas y las películas, no el combustible. Y, por supuesto, el considerable interés sobre los miles de millones que cuesta construir el chisme.

P. ¿Es el miedo a los asteroides uno de los motivos por los que aboga por el viaje espacial?

R. Siempre cito al escritor de ciencia ficción Larry Nivens, que dijo que "los dinosaurios se extinguieron porque no tenían un programa espacial". Sí, creo que es inevitable sufrir un grave choque con un asteroide. En cualquier caso, incluso sin ellos, nos lo jugamos todo a una carta. Por cierto, soy el ausente propietario de unas 26.000 hectáreas de un territorio algo escabroso cerca de la órbita de Marte. Tengo un asteroide bautizado en mi honor. Isaac Asimov también tiene uno. Es más pequeño y más excéntrico.

P. En las noticias se dice que la población mundial ha alcanzado los 6.000 millones. ¿Qué siente cuando ve un titular como ése?

R. Bueno, me siento bastante deprimido, pero también hay muchas veces en que me siento optimista. Creo que tenemos un 51% de probabilidades de supervivencia. Yo diría que la próxima década podría ser una de las más cruciales de la historia de la humanidad, aunque muchas personas han sentido lo mismo en el pasado. Pero ahora es real. Hay muchas cosas que están llegando a un punto decisivo a la vez: la población, el medio ambiente, la escasez de energía y, por supuesto, los peligros de la guerra nuclear. Muchas veces se me pide que haga predicciones, y se me describe como profeta, pero yo lo niego. Sólo soy un extrapolador. Soy capaz de visualizar todo un espectro de futuros, pocos de los cuales son deseables. Pero ciertamente creo que los escritores de ciencia ficción sirven como sistema de alarma temprana, al mostrar lo que puede ocurrir, lo que podría pasar y, sencillamente, lo que debería ocurrir.

P. ¿Se le ocurre algo que haya predicho que podría ocurrir, pero que no haya muchos indicios de que vaya a ser así?

R. Bueno, no habrá un Hilton en órbita en el 2001.

P. ¿De quién fue la idea de hacer que un ordenador, HAL, fuera el malo de la película, de Kubrick o suya?

R. ¿El malo? HAL es un buen chico. No, no podría decir quién hizo qué. De lo único de lo que estoy completamente seguro es de que la idea de que HAL leyera los labios, cosa que me pareció bastante improbable, fue de Stanley. Por supuesto, ahora se ha conseguido un cierto grado de precisión en la lectura de labios por sistemas informáticos. La escribimos a base de ideas que se nos fueron ocurriendo. Nos sentamos en este apartamento y fuimos soltando ideas. Stanley dijo: "Quiero hacer una buena película de ciencia ficción". Así que revisamos todos mis relatos cortos para ver de cuál podría salir una buena película. Teníamos unos seis. Una a una, nos fuimos deshaciendo de las historias. Finalmente sólo nos quedaban dos.

P. Una de las leyendas sobre usted dice que sacó la idea del satélite de comunicaciones o comsat de un artículo que escribió en 1945, y que nunca la patentó.

R. Vaya, ¿así que me quiere preguntar cómo perdí miles de millones en mi tiempo libre? Bueno, verá, cuando escribí el artículo sobre el comsat estábamos en 1945. Aún seguíamos en guerra. Nadie se podía imaginar cómo sería la paz. Y no creía que se podrían lanzar satélites hasta fin de siglo. Así que ni se me ocurrió pensar en patentar la idea. Simplemente escribí el artículo y lo envié, y me pagaron 15 libras por él, que en 1945 era dinero. No me arrepiento, porque creo que la patente habría expirado antes de que se lanzaran los primeros satélites de comunicaciones. No es posible registrar una patente hasta que la tecnología alcanza un determinado nivel. Además, ¿quién fue el que dijo que "una patente no es más que una licencia para ser demandado"?

P. Pero seguro que algunas veces fantasea sobre cómo habría sido su vida si lo hubiera patentado.

R. Vale, lo que tendría que haber hecho es intentar registrar los derechos de autor de la palabra comsat. Si lo hubiera hecho...

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