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Un "kart" de chatarra

Dos jóvenes ingenieros donostiarras diseñan en Perú un coche con piezas de desgüace

En la Universidad de Piura, al norte de Perú, los alumnos se tomaron con relativo escepticismo que aquellos dos ingenieros recién salidos de la escuela donostiarra de la Universidad de Navarra fueran capaces de convertir aquellos amasijos en todo un kart con diseño de Fórmula Uno. Unai Otazua y Zigor Inza, de 25 años, partieron hace un año hacia el "milagro del desierto". Es el campus de esta universidad, rodeado de vegetación en un enclave desértico, al que acudieron estos dos donostiarras para instruir a los alumnos de su propia Escuela de Ingeniería.El objetivo de esa estancia que se prolongó hasta el 31 de julio pasado no era otro que aupar a aquellos jóvenes para que pusieran en práctica sus conocimentos y desarrollaran por primera vez un proyecto.

Aquel escepticismo no fue despejándose hasta que el Chachi kart, que así se llama el artilugio, en homenaje al corredor de coches peruano Chachi Dibos, fue engranándose. Como un mecano. "Lo interesante de este proyecto es que las piezas procedían de artículos de desgüace que tuvimos que rediseñar y adecuar a la estructura del vehículo". Ambos derrrocharon ingenio y creatividad, cualidades que definen al ingeniero, para hacer de un estropeado generador de corriente un motor cuyo sonido recordaba a una cortadora de cesped. Ítem más. El freno del kart era de un mototaxi, una curiosa combinación entre una Suzuki y un habitáculo con dos ruedas que se utiliza como medio de transporte; el embrague, de una motosierra; las catalinas y las transmisiones, de una motocicleta, etcétera. Visto lo visto, aquella incredulidad de los estudiantes de Mecánica Eléctrica de la Universidad de Piura era más que comprensible. Aquellos materiales tenían encaje sólo en un lugar: la chatarrería.

La fabricación del Chachi kart fue contrarreloj. El proyecto se realizó en varias fases y les llevó ocho meses. El primer paso fue buscar información sobre las dimensiones máximas y mínimas que debe tener un vehículo de estas características. Para ello, los dos jóvenes se sumergieron en Internet. Con la información en la mano, tocaba ingeniárselas para diseñar el chasis, la transmisión y la dirección de este curioso cuatrimóvil. Cada elemento fue cuidadosamente estudiado con el fin de lograr un engranaje perfecto y un funcionamiento seguro. Y se colocaron las piezas.

El resultado fue un kart en toda regla, diseñado con unos colores que para sí quisieran los hinchas del Boca Juniors: azul y amarillo. Funciona a gasolina y alcanza los 60 kilómetros por hora.

"El día que lo presentamos en el campus fue todo un acontecimiento. La gente se quedó encantada", asegura Unai Otazua. Y tanto que los dos periódicos de la zona, Visión del Norte y El Tiempo, recogieron la noticia a todo color con titulares como "Diseño de Fórmula 1...hecho en Piura" y "El kart...un carro nuevo pero viejo". "Esperamos que la construcción de este kart sea un punto previo para otras creaciones. Un arenero, un bote a motor, una moto, un pequeño avión y todo lo que la imaginación sugiera", señalaban aquel día los dos donostiarras. Los dos ingenieros necesitaron para la construcción de este kart, que permanece aparcado en la Universidad de Piura, alrededor de dos mil soles, lo que al cambio significa unas 100.000 pesetas.

Aquella "inolvidable" experiencia, como la califica Otazua, se quedó atrás. "Allí te encuentras con personas que tienen mucho menos que tú, pero que son más felices que nadie, y te acogen con los brazos abiertos. Sin embargo, en la sociedad de consumo te creas un montón de necesidades superfluas e inncesarias". A este joven le toca ahora dar carpetazo a su proyecto de fin de carrera -también un kart- para enrolarse en alguna empresa. Mientras tanto, sigue utilizando la bicicleta para desplazarse hasta la Escuela de Ingenieros. Su compañero de aquel viaje del que guardan tan gratos recuerdos, ejerce su profesión en una consultoría en Bilbao. Aquel kart se quedó allá, en Piura.

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