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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Plácet

Cuando te contratan para impartir clase de religión en los colegios o institutos te exigen una titulación mínima (diplomado o licenciado) y una capacitación pedagógica suficiente y, sobre todo, el plácet de la jerarquía eclesial (se le llama DEI: declaración eclesiástica de idoneidad). Después, y a la par que vas trabajando, te exigen una formación permanente (algo que viene de perlas para estar al día) y te hacen saber que tu forma de vida ha de ser un ejemplo para el alumnado y la sociedad (o que, al menos, no hagas cosas que escandalicen a otros).Lo que yo no sabía es que, a partir de este curso, cuando te contraten para ser profesor/a de religión en los centros públicos te obligarán a firmar un contrato precario (lo apellidan "de duración determinada"), a tiempo parcial (pagable por horas), sin indemnización al finalizar, y (¡ojo al dato!) con exclusión perpetua del convenio colectivo vigente en tu comunidad autónoma: algo imposible de creer en un Estado de derecho y social que obliga a la empresa a convenir con los trabajadores sus condiciones laborales básicas. Pero ¿no es este Gobierno el que promete que va a inundar el mapa laboral de contratos fijos o indefinidos, que muchos más tendrán un empleo estable, etcétera? Pero, claro, una cosa es predicar y otra vender trigo (dicen en nuestro pueblo).

Visto lo anterior, no me cabe duda de que en nuestro colectivo más que un giro al centro se le está imponiendo un volantazo a la derecha que nos provoca tortícolis y vértigos hasta al más sano. Y es que hacer que unos trabajadores entren en el siglo XXI con mayor grado de precariedad laboral que el que poseían dará que hablar en el futuro.

Por cierto, ¿dónde está la Iglesia, dónde su clara doctrina social, dónde nuestra jerarquía eclesial, para oponerse y denunciar este atropello? Sólo me atrevo a decir que, ante la falta de su oposición al tema, somos los profesores los que a partir de ahora diremos a todos (Administración e Iglesia) que nuestros derechos y los de nuestras familias también deben defenderse y que estén atentos, ya que nuestra fe nos dice que mayores "torres" (normas injustas de contratación) han caído. Sepan, por último, que nosotros, profesores de religión, estamos en los centros escolares como todos, impartiendo las clases y demás desde el inicio del curso, y que no es lícito que después de estos meses nos "atropelle" alguien por la derecha con un nuevo "contrato basura". Queremos entrar con buen pie en el nuevo siglo y por eso estamos levantando la voz y la pluma: siempre nos queda la palabra.-

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