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El futuro blanco de CDC VÍCTOR BATALLÉ

Razonar el encaje de una victoria o el desencanto de una derrota es baladí. Sólo en la veracidad cruenta de la batalla se deben esgrimir argumentos estratégicos. En la victoria debe haber aplausos. En la derrota harta perplejidad. Pero la flecha del tiempo sigue y la bien llamada vida política se azuza a sí misma, a veces con cieno, a veces con luz. El futuro está tan cerca que hay en estas palabras un intento galán de medirlo en su propia textura para no ahorcarnos con el hilo ambiguo de su permanente hegemonía. Winston Churchill, viejo zorro, anunciaba allá por el año 1943, en la universidad norteamericana de Harvard, que "los imperios del futuro eran los imperios del imaginario". Seguro que no pensaba en Internet. La red aún no estaba echada. Con todo, entendió que el futuro acaecería en el escenario de la mente. Sería allí donde iban a sucederse las victorias y las derrotas. Jordi Pujol imaginó que ganaría. La mente de este hombre conoce los secretos de una Cataluña que le respeta y admira. De su sexta victoria, los norteamericanos ya habrían hecho 12 películas. Los de aquí somos más precarios en homenajes, nunca nos atrevemos con los vivos, incluso se los negamos a los muertos. Evoco a Trias Fargas, difunto hace 10 años, en un otoño cochambroso, buscando votos en El Masnou. El estratega Trias, el gobernante Pujol y el arquitecto Roca. En pie queda el gobernante o médico, sabedor de que detrás de él, ahora sí, tiene un partido político suyo. Leal, en ocasiones impertinente, pero leal. Partido que, junto a una coalición, ha funcionado hasta en el menester del encaje de bolillos, nunca antes ejecutado por Duran, aprendiz de brujo con Falla al fondo. Pujol, desde la calamidad de las municipales, ha buscado y encontrado el partido que habitaba en los pasillos adyacentes de las calles y plazas de todo el país. La victoria y los pactos predicen un futuro jalonado de piedras, paredes, agujeros, blasones, arrebatos financieros o simples. En suma, una búsqueda razonada de la última verdad: la interdependencia fiscal, sin que nadie se sonroje porque ya hemos visto el plumero a la almohada con la que se pretendía asfixiar a Cataluña. Quizá el futuro Gobierno consiga el pacto fiscal que postulaba, quizá ande como paisana por rastrojo y engañe a la verdadera derecha, aquella que vive y jala en el todo Madrid; quizá. En el peleón diario por las salas de la Carrera de San Jerónimo va a haber cansancio, quejas e incluso vacaciones. Pero Pujol no va a descansar nunca, su energía y su pasión no se lo van a permitir. También creo que el hombre de seis victorias y cien ascensiones va a meditar en el pensamiento último de Orwell, que afirmaba que quien controla el pasado controla el futuro y quien controla el presente controla el pasado. A sabiendas de que Pujol ya no es el pal de paller, sino que es cauce y el partido va a tomarle el relevo. Pere Esteve es un maestro a la hora de crear espacios donde, por imposible que parezca, mueve ficha y traza la línea que seguir.

El documento político Horitzó Catalunya 2010 no se trata de una falacia o un embudo coyuntural. Esteve sabe que el partido debe cambiar; que el cambio está ya delimitado en su discurso inicial como secretario general: Per un nou horitzó per Catalunya. El cambio profundo como esfuerzo de evolución. La energía de Pujol no cesa y su talante político no está trenzado a la de un líder carismático por descubrir o hacer. El partido tomará el cheque en blanco que Pujol extenderá al final de la próxima legislatura.

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