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La Conferencia Episcopal de Brasil condena el "absolutismo" de la economía de mercado

Los obispos brasileños plantan cara al Vaticano y defienden una Iglesia volcada en los pobres

Juan Arias

Con motivo de los 500 años del descubrimiento de Brasil y del Jubileo del 2000, la Conferencia Episcopal de Brasil, la más numerosa de la Iglesia con más de 300 obispos, ha hecho público un documento (Directrices Generales de la Acción Evangelizadora de la Iglesia en Brasil) de dura condena del "absolutismo de la economía de mercado, que se sobrepone a las otras dimensiones de la vida humana y engendra la exclusión de quienes no son económicamente útiles". Los obispos brasileños, en la línea de la Teología de la Liberación, defienden la "opción preferencial" de la Iglesia por los pobres.

Los obispos defienden las comunidades de base, muy criticadas por el Vaticano. Sólo con la preferencia por los más pobres, dice el documento, la Iglesia "podrá participar a la construcción de una sociedad justa y solidaria". Como ha comentado a EL PAÍS el teólogo de la Liberación Leonardo Boff, "a pesar de que el Vaticano ha intentado en los últimos años conformar la Conferencia Episcopal de Brasil con obispos teológicamente conservadores, no ha conseguido que sean conservadores en lo social". Y esto, según Boff, porque hasta el obispo más conservador, cuando llega a una diócesis donde la pobreza y la injusticia son evidentes, acaba rindiéndose a la realidad y colocándose de la parte de los más pobres y oprimidos.Basándose siempre en datos oficiales de las instituciones del Estado, los Obispos recuerdan a los católicos en su documento que Brasil, con una población de 163 millones de habitantes, cuenta aún con 39,2 millones de personas que viven en pobreza absoluta, y que hay ciudades como Belém , Fortaleza y Recife con un 40% de la población sumida en la pobreza. Siguen Rio de Janeiro con un 32,2%, Belo Horizonte con el 29,6% y la gran São Paulo, la capital financiera del país, con el 22%. Brasil está considerado un país rico, pero con el mayor índice de desigualdades sociales en América despues de Guatemala y Haití.

El documento hace un análisis crítico de la situación brasileña recordando que está determinada "por la globalización de la economía", que en Brasil produjo "mayor dependencia del exterior" e "imposiciones gravísimas en la política interna", como por ejemplo "el extraordinario aumento de los índices de interés, la privatización apresurada de empresas estatales y la restricción de inversiones en el area social".

El documento, que tiene 180 páginas, afirma que la sociedad brasileña está marcada "por las desigualdades, el egoísmo y las injusticias". Justifica la opción preferencial de la Iglesia por los pobres porque "Cristo vino a evangelizar a todos, pero tuvo como preferencia específica la evangelización de los pobres".

Los Obispos defienden las llamadas comunidades eclesiales de base, que en toda América Latina, pero sobretodo en Brasil, han sido la bandera del catolicismo progresista de los seguidores de la Teología de la Liberación. El documento considera a estas comunidades, muy atacadas por Roma, como "una rica experiencia eclesial, tanto por la participación en ellas de la población laica como por su creatividad pastoral y por su empeño en la transformación social".

Por último, el documento reconoce "la autonomía del mundo y de sus realidades", defiende la religiosidad popular y su universo simbólico, y promueve el ecumenismo y el diálogo con todas las otras religiones.

Los obispos acaban recordando que la pobreza sigue aumentando en Brasil, que los salarios pierden capacidad de adquisición y que aumenta el paro. Y pide a los católicos que se empeñen a fondo, en nombre del Evangelio, a luchar contra dichas injusticias.

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