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Un concierto para mil extras

"¿Quieres participar en el rodaje de una película a la vez que asistes gratis a un concierto?". Con esta singular invitación, los productores de la cinta española El corazón del guerrero lograron que más de mil personas acudieran el pasado martes a la plaza de toros de Móstoles y se convirtieran gratuitamente en los extras que requería la última escena de este filme, que se estrenará en diciembre.Pero no fue nada fácil. Para lograrlo fue necesario reunir a dos de los grupos de rock del momento y convertirlos en señuelo. Así, Deviot y Undrop, españoles e hispano-suecos, respectivamente, sedujeron al público y consiguieron que la escena pudiera rodarse. "Se repartieron 7.500 invitaciones en Móstoles. Hacerlo así nos ahorró unos 20 millones de pesetas para los extras", explicaba Tino Pont, el director de producción. A muchos, sin embargo, no les interesaba tanto el rodaje como el concierto mismo: "Yo me acabo de enterar de que iban a filmar la escena de una película", contaba Elena, una de las asistentes a la cita. "Vine por Undrop, porque me gustan sus canciones y porque era gratis", contó con picardía. Con ella estaban Beatriz e Isabel. Ninguna tenía más de catorce años. "Es un buen plan cuando estás de vacaciones y no tienes nada que hacer", dijeron casi al unísono.

Para Anael, de 13 años, ésta era la primera vez. Era el primer concierto del enano del grupo, según le llamaban sus amigos. Y no le interesaba mucho la película, porque prefería deleitarse con las canciones de Undrop, el conjunto que se hizo famoso por su participación en un anuncio televisivo el año pasado. "Ese grupo mola bastante", sentenciaba el chaval.

Y mientras las chicas de Deviot agitaban al público con sus guitarras eléctricas y la batería, tres cámaras captaban el momento y un completo equipo de producción daba instrucciones. "Oye, si no te importa podrías ponerte un poco más adelante?", preguntaba un encargado. Así, una y otra vez, verificando que cada plano fuera perfecto y, además, que los extras ocuparan los espacios vacíos.

"Si vamos a aparecer de extras podrían darnos algo de dinero", decía, entre risas, Bea, otra de las asistentes. "¿Ésta va a ser una película de Álex de la Iglesia?", preguntaba después un poco despistada.

El espectáculo comenzó a las 10.30 y duró largo tiempo. Había que grabar, además, los primeros planos que tenían que hacer 400 extras, esos sí, pagados. Los otros, los gratuitos, tan sólo tenían que gritar y gritar hasta el cansancio.

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