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Próxima parada, lectura

El proyecto surgió como un experimento, y en tan sólo dos semanas de funcionamiento ha desbordado las previsiones. Una biblioteca móvil o autobús biblioteca, con el denominativo de Bibliobus, recorre desde el 13 de julio los cinco kilómetros de la playa de Gandia con el objetivo de ofrecer un servicio de lectura a los pies del mar. Y la respuesta ha sido inmediata. Más de 600 préstamos, con una media de 60 libros diarios, han sido demandados por los turistas que veranean en la costa de Gandia en tan sólo 15 días. Un éxito que ha sorprendido incluso a Alvar García, archivero municipal e impulsor de este proyecto, que lleva cuatro años peleando por convencer a las instituciones de que la idea no era inútil, y de que el turismo también responde positivamente a ofertas culturales complementarias al sol y playa. Alvar García empezó tanteando al Ayuntamiento de Gandia sobre la posibilidad de introducir una biblioteca móvil en primera línea del mar, pero chocaba siempre con el mismo problema: el financiero. La Consejeria de Cultura de la Generalitat, capacitada para asumir la inversión, no creía en el proyecto. Pero la fórmula no era irrealizable, ni nueva, ya que el bibliobus funciona desde hace unos años en la Comunidad de Madrid, dando servicio, una vez a la semana, a los barrios marginales y a las poblaciones del cinturón metropolitano madrileño. Alvar no lo dudó y optó por intentarlo con la Comunidad de Madrid, con la excusa de la gran cantidad de turismo procedente de la capital madrileña y de poblaciones del interior que veranean en la playa gandiense. La dirección general de cultura madrileña dio su visto bueno y cedió al consistorio gandiense uno de sus trece autobuses bibliobus durante julio y agosto. El Ayuntamiento de Gandia sólo tiene que ocuparse del mantenimiento del vehículo, de dar el fondo bibliográfico y de disponer de un bibliotecario y un chófer. El bibliobus transporta 1.200 libros, adaptados a una demanda que busca en la lectura una válvula de escape y entretenimiento durante sus cortas vacaciones. Y para todos los públicos: en castellano, catalán, inglés, francés, literatura infantil y cómics. El servicio, además, se ha ajustado a la franja horaria en la que el turista dispone de menos ofertas complementarias, de 19 a 21 horas, y funciona de martes a domingo. Roser Pérez, bibliotecaria del bibliobus con la ayuda de José, que hace las veces de auxiliar y chofer, no da abasto. Para Roser, el éxito del servicio se explica porque "el verano es una época de descanso y ocio, y si facilitas a la gente la posibilidad de leer, le sirves de cerca un libro, lo acepta". Paz Fernández, una bibliotecaria jubilada, y su marido, se han convertido en usuarios asiduos. Lleva dos años veraneando en la playa gandiense; "echaba de menos una biblioteca cerca", comenta Paz antes de llevarse una novela de Manuel Vázquez Montalbán. Emilio Benítez aprovecha las vacaciones para dedicarle a la lectura el tiempo que no le permite tener su trabajo en una autoescuela en Albacete. Se le han acabado las vacaciones y devuelve todos los libros que se llevó prestados. El bibliobus realiza tres paradas fijas, cada una de una hora. "En la última seguro que hay un niño esperando que viene a por un cómic de Lucky Luck. No falla ni un día", dice José.

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