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Entrevista:JAVIER TOMEOESCRITOR

"No me gusta que la gente se ría mucho con mis obras"

La poderosa personalidad que se adivina en la prolífica obra de Javier Tomeo (Quincena, Huesca, 1932) se vislumbra desde el primer instante en que aparece en escena. Este criminólogo que jamás llegó a ejercer como tal, fue tejiendo una literatura totalmente personal que toca los conflictos del hombre con gran precisión e ironía desde sus primeras obras (El cazador, Ceguera azul, El Unicornio). Desde que su obra Amado monstruo fuera adaptada al teatro por una compañia francesa, su éxito teatral no ha cesado en lugares tan remotos como Hungría o Colombia. Pregunta. Usted es uno de los casos más curiosos de la literatura dramática. ¿Cómo un novelista que no escribe para el teatro pasa por ser uno de los autores contemporáneos más representados en los escenarios de Europa? Respuesta. No lo sé. Eso habría que preguntárselo a quienes les gustan mis novelas y las adaptan al teatro. Es cierto que soy uno de los autores, no digo el mejor, más representados en estos momentos fuera de España. Aquí también, pero sobre todo en Francia, Alemania, Suecia y ahora en Hungría. Vamos a ver cuánto dura. Igual es una moda pasajera. Yo creo que las cosas salen bien porque no las busco. P. Pero algo habrá en sus novelas para que una docena de ellas hayan sido adaptadas al teatro. R. Mis novelas se traducen y se adaptan al teatro por muchas razones. Fundamentalmente porque en ellas hay pocos personajes. Son muy dialogadas, las descripciones no son extensas, ocurren en espacios cerrados y transcurren en tiempo real. Creo que todo esto anima a los directores escénicos a adaptarlas al teatro. P. ¿Le condiciona este empuje a escribir un tipo de novela fácilmente adaptable al teatro? R. Hasta ahora no, pero ahora podría ser que sí. Cuando escribo, inconscientemente, siento una voz interior, que no oigo, pero que me dice: "Oye mira, esto igual te lo van a hacer en teatro". La verdad es que te facilita un poco las cosas, pero no tengo la intención de escribir directamente para teatro, entre otras cosas, porque tiene otros parámetros que yo no conozco todavía. Prefiero escribir mis novelas, más o menos como hasta ahora. Uno evoluciona en su forma de escribir. P. ¿Interviene usted en la adaptación de sus novelas? R. No. El director hace lo que quiere, aunque a veces me consulte y sugiera algo. Nunca impongo. Cuando acabo una novela me pertenece. La adaptación teatral, no tanto. Además te sueles llevar muchas sorpresas. P. Para bien y para mal. R. Normalmente para bien. El teatro te permite coger el asunto que tratas en la novela y darle tres dimensiones. Hay luz, sonido, espacio físico y volumen. La literatura es lineal. P. ¿Qué experimenta en los estrenos de sus obras? R. Concretamente en Berlín, parezco un pánfilo porque no entiendo nada. Mientras la gente sonríe o aplaude, yo me quedo como una momia, oyendo mis propias palabras, que me suenan extrañísimas. P. ¿Ese humor que emplea, no es demasiado ácido? R. Empleo el humor para despertar otros sentimientos más profundos. El humor es una forma solapada de llegar al interior del individuo e impulsar su lado más íntimo y vital. Procuro no pasarme, porque no me gusta que la gente se ría mucho con mis obras. Prefiero una sonrisa franca, que roza y limita con la risa, pero que se quede ahí. Me interesa provocar una mueca reflexiva que lleve a pensar "cuidado, este hombre me hace sonreir, pero, a través de su sonrisa y sentido del humor, me lleva a este camino para que reflexione sobre el estado de cosas". P. ¿Echa de menos un reconocimiento en España similar al que ya ha cosechado en Francia o en Alemania? R. No. Sin ser profeta en mi tierra, creo que quienes me tienen que conocer me conocen. Tengo una legión de buenos lectores, que además son de un elevado nivel cultural. No me quejo. Lo que pasa es que en todas partes cuecen habas. Sucede que aquí estamos más pendientes de determinadas leyes de marketing que de la calidad. P. ¿Sus últimas novelas El canto de las tortugas y Napoleón VII se llevarán también al teatro? R. No sé si se atreverá alguien con El canto de las tortugas. Sin embargo, Javier Gurruchaga ya me ha propuesto llevar a escena Napoleón VII. Él está encantado y creo que hará un trabajo excelente porque es un gran showman. En cualquier momento se dará luz verde al proyecto. El año que viene tenemos a Napoleón vestido de Gurruchaga, quiero decir, a Gurruchaga vestido de Napoleón.

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