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Contra el esquema de red

Un esbozo del proyecto de nuevo aeropuerto fue presentado hace unos meses al presidente catalán, Jordi Pujol. La primera reacción fue de escepticismo, que más tarde se convirtió en una especie de bandera blanca. El presidente es consciente de que el proyecto pone en cuestión la política aeroportuaria del Ejecutivo catalán. Éste ha apostado por un sistema en el que El Prat, Girona y Reus funcionan como una red. La propuesta de la cámara arruina esta pretensión. Los informes con los que ha trabajado el equipo redactor señalan que es inviable un aeropuerto situado a 100 kilómetros de la principal conurbación y que la única posibilidad de hub (aeropuerto que recibe vuelos de media distancia con pasajeros que tienen como destino largas distancias) es una instalación única y con rapidez de intercambio, lo que, a la vez, permite que los aviones se rentabilicen al máximo al acortar el tiempo de espera. Este objetivo se cumpliría en el nuevo aeropuerto con las terminales centrales, muy cercanas entre sí y bien conectadas por tren y metro.

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El aeropuerto funcionaría de noche al evitarse los vuelos sobre las zonas urbanas
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