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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Fuera de órbita

EL IPC de marzo ha roto el espejismo oficial de una inflación controlada. Ha bastado que productos como las frutas, los carburantes y el aceite —cuyos costes en el mercado dependen de cuestiones tan incontrolables como la climatología, las buenas cosechas o la eficacia de la OPEP— cambiasen su comportamiento moderado de los últimos trimestres para que la inflación se haya disparado hasta una tasa anual del 2,2%, fuera de la órbita del 2% marcada por el Banco Central Europeo. Todos los indicadores de alarma se han disparado. Los precios de los servicios han aumentado cinco décimas y se sitúan en tasa anual del 3,8%, en una nueva demostración de la inoperancia de las autoridades económicas para afrontar el problema de los sectores sin competencia exterior, y la inflación subyacente, que puede interpretarse como la que marca la tendencia a corto plazo de los precios, subió tres décimas y está en el 2,5%. Es conocida la fragilidad de los fundamentos sobre los que descansa el control de la inflación española. Entre 1996 y 1998, el IPC había descendido hasta la tasa anual récord del 1,4%, debido principalmente a excelentes cosechas, a la moderación salarial persistente y al bajo coste de las materias primas en los mercados internacionales. Pero esta confluencia benéfica no se puede mantener indefinidamente. En el mercado interior, sectores de gran importancia en la formación de los costes industriales, como el energético o el de las telecomunicaciones, siguen operando en un régimen de competencia muy imperfecta, debido a la inhibición del Gobierno. El resultado ha sido que algunas áreas en las que la Administración puede actuar se hayan convertido en los motores del descontrol inflacionista.

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La subida del 0,4% de los precios en marzo amenaza las previsiones del Gobierno

Hace mal el equipo económico en restarle valor al aviso que ha dado el IPC de marzo y dar por seguro que "descenderá al nivel previsto", como ha sugerido rápidamente el secretario de Estado de Economía, Cristóbal Montoro. Si eso sucede, no será sin esfuerzo; sobre todo en un escenario de tipos a la baja en la zona euro. Con indiscutible sentido político, el Gobierno anuncia para hoy la aprobación de un paquete de medidas de choque. Cabe esperar que esta vez deje a un lado su afición de confundir decisiones con manifiestos de buenas intenciones y apruebe medidas que aumenten la competencia en combustibles, telefonía, farmacia y colegios profesionales. De no ser así, la inflación corre el riesgo de situarse fuera de la órbita del euro de forma persistente. Y eso nos costaría caro a todos.

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