La historia hacia atrás de la Iglesia española
Tarancón fue el cardenal del avance. En él arraigó el Concilio Vaticano II, y procuró con habilidad su aplicación. Fue el promotor de la transición política y religiosa. Llegó Gabino Díaz Merchán y siguió sus pasos; pero todo volvió hacia atrás con Ángel Suquía. Elías Yanes, en cambio, les pareció a algunos que iba a volver a coger las riendas del avance; pero se equivocaron. Su política fue la moderación y la cautela. Nadie pudo recordar en él los días de sacerdote progresista en Tenerife. Se plegó a lo conservador y a la defensa a ultranza del espíritu de cuerpo en el mundo clerical. Parecía que todos los obispos pensaban lo mismo, y si algún obispo podía desentonar, como las desgraciadas e inoportunas intervenciones de Setién, se echaba tierra al asunto y parecía que nadie disentía del tono mortecino del episcopado.A la apertura del concilio sucedió el golpe de cerrojo, y éste ni se ha abierto ni puede abrirse. La continuidad campa por sus respetos en el episcopado español, que cada vez se acopla más -o incluso se adelanta- a los vientos involutivos de Roma, que para ésta no parece que el mundo ha cambiado y estemos iniciando una nueva cultura. El clericalismo y la teocracia ya no tienen lugar en nuestro mundo desarrollado, la secularización y "dad al César lo que es del César" son las realidades que hay que tener en cuenta, dando a la sociedad profana la mayoría de edad que tiene.
¿Pero comprenderá esto Rouco? Este cardenal de la confianza del Papa siempre tuvo una historia sin apertura a los vientos nuevos, ni cuando fue profesor en Salamanca, ni cuando accedió al episcopado, ni cuando fue nombrado cardenal. Y la Roma actual ha encontrado su anillo al dedo. Yanes tenía para el Vaticano el inconveniente de su historia, a pesar de haberla querido borrar de su conducta y haberlo conseguido. Rouco consuena con el estilo vaticano actual: buenas palabras, pero nada de doblegar la guardia. Es lo que he comprobado con su actitud en mi presidencia de la progresista Asociación de Teólogos/as Juan XXIII. Amable, pero inflexible en la práctica. No hay más que leer el boletín archidiocesano Alfa y Omega, donde sólo se trata bien a los que dan muestras de estricta y ciega obediencia a lo más conservador. Los demás católicos sólo merecen el ataque personal. Parece que la Iglesia únicamente sea esa minoría conformista, que el concilio parecía haber desechado, pidiendo una Iglesia pluralista.
Seguramente veremos ahora un apoyo cada vez más claro a los movimientos católicos de apostolado o de espiritualidad más conservadores, porque en nuestra diócesis se están fomentando, a pesar de su poco volumen. En cambio, se excluyen claramente los que tienen una característica de avance.
Carles, nuevo vicepresidente, seguirá la línea de Rouco, a pesar de la homilía que pronunció en la boda de la infanta en Barcelona, cuando llamó la atención por su razonable postura.
Y no se crea que todas estas palabras sinceras son una crítica negativista respecto a lo que ocurre en la Conferencia Episcopal. Son la voz de muchos católicos que tomaron en serio el concilio y quieren participar en la marcha de la Iglesia, considerándose ya mayores de edad como quería Pío XII, desarrollando la opinión pública en el catolicismo como deseaba ese Papa. ¿Es esperable ahora un cambio hacia adelante? Ninguno.