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Reportaje:

La carrera de El Pera

Un ladrón de coches reinsertado da clases de conducción de riesgo a la Guardia Civil

F. Javier Barroso

Juan Carlos Delgado, El Pera, un conocido ladrón de la década pasada, está saldando una antigua deuda. Antes corría delante de los coches patrulla para no ser apresado. Ahora, a sus 29 años, está detrás de los agentes de la Guardia Civil para enseñarles los trucos de conducción que aprendió durante su vida delictiva. Su pasión por los automóviles le ha permitido cambiar el rumbo de su vida. El Pera, nombre que todavía utiliza y por el que le llaman sus amigos, comenzó sus andanzas en Getafe, donde vivían sus padres. Primogénito de seis hermanos y único varón, ya en el colegio empezó a robar el bocadillo a sus compañeros. Luego, sus delitos fueron aumentando de importancia. Entraba en los almacenes getafenses (en especial en Simago) y hurtaba todo lo que le llamaba la atención.

"A mis padres siempre les he venido grande. Como he sido muy rebelde, cuando me decían A, yo ya iba por la B. Sé que les he dado muchos disgustos", se lamenta El Pera.

Sin embargo, estos hurtos se le quedaron pequeños. Él quería hacer realidad su pasión, conducir coches a gran velocidad. Comenzó a salir con grupos de mayores que atracaban en bancos y en joyerías. Les conoció en los recreativos y en algunos parques de Getafe. Su primer robo fue un Seat 600, con el que aprendió a manejar los mandos del coche.

"Los primeros días fui con ellos como un pardillo. Pero luego, como soy un tío avispado, me hice un experto en robar coches rápidos y en hacerles puentes para arrancarlos", recuerda con cierto brillo en los ojos. Sus coches favoritos eran los Renault 5 TS, los Seat 124 y los Ford Capri.

Con su nuevo grupo de amigos formó una banda para atracar bancos y joyerías. Sus zonas predilectas se encontraban en el sur de la región y en Toledo. Allí, las medidas de seguridad eran menores. En algún robo consiguieron hasta 10 millones de pesetas. "He llevado armas al entrar en los bancos, pero nunca he disparado ni me han herido. Hemos salido corriendo muchas veces y me he librado de milagro. Una vez, la Guardia Civil hirió a mis cuatro compañeros y yo terminé ileso", explica.

Una de las diversiones que tenía esta banda era "cabrear a la policía". Robaban un coche y se iban delante del hotel (comisaría) de Getafe. Hacían un par de trompos para picar a los agentes. Entonces, éstos salían tras ellos por todo el municipio.

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"A pesar de mi estatura, no tenía problemas para conducir. Me ponía el jersey o unos cartones para poder ver y llegar a los pedales. La policía ya me conocía cuando veía un coche circular sin conductor. Yo veía por el espacio que queda entre el volante y el salpicadero", confiesa. El dinero que conseguía se iba con la misma facilidad que llegaba.

Su alta actividad delictiva le hizo entrar en cuatro reformatorios para menores de Murcia y Valladolid. En ellos no duró ni un mes. Siempre logró escaparse. La desesperación de sus padres se calmó cuando se enteraron de la existencia de la Ciudad Escuela de los Muchachos de Leganés (CEMU).

Allí lograron que, poco a poco, Juan Carlos, todavía un adolescente, fuera dejando la calle y empezara a ir a la escuela. Para ello se le ofrecía ir a correr en karts los fines de semana si se portaba bien en el colegio. Los contactos del CEMU también le permitieron conocer a grandes pilotos, como Luis Pérez Sala o Emilio de Villota.

En una ocasión hizo una prueba de pilotaje en el circuito del Jarama y la pasó con éxito. Entonces fue nombrado piloto oficial de la Renault. Llegó a ganar un Campeonato de España y quedar cuarto en el europeo. El problema vino después, cuando no encontró patrocinadores para poder seguir. Lo tuvo que dejar.

Su carrera viró entonces hacia las pruebas de los nuevos modelos y los medios de comunicación. Ahora colabora en un programa dominical de Radio Voz y es redactor jefe de la revista Gaceta del Motor. También trabaja de piloto probador de coches. Cada semana analiza cuatro o cinco vehículos, lo que le obliga a viajar mucho.

Su toma de contacto con la Guardia Civil se produjo en un Gran Premio de España. Conoció al director del instituto armado, Santiago López Valdivielso, quien le pidió que colaborara en la revista de la Guardia Civil escribiendo sobre pruebas de coches. "Luego, como habían cerrado la escuela de conducción, quiso que diera clases de conducción evasiva a los mandos y a los agentes que puedan verse en situaciones de riesgo. Por eso, cada cierto tiempo, les enseño todos los trucos que aprendí durante mis peripecias", comenta El Pera.

"Los agentes de la policía nacional me miraban de forma rara cuando entraba en Leganés con un coche cada día. Tuve que hablar con mis amigos de la comisaría para decirles que los Porsches que conducía no eran míos. Después, ya ni se fijan", confiesa El Pera.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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