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Cinturón de inseguridad

"Hace tres meses sufrí un impacto por detrás mientras iba en mi coche, un Seat Ibiza. Como consecuencia del golpe y del mal funcionamiento del cinturón de seguridad, mi mujer salió impelida hacia adelante y se le tuvieron que practicar 10 puntos de sutura en la boca". Éste es el suceso que desencadena una serie de quejas de un lector. Quejas que se dirigieron, en primer lugar, a la empresa fabricante del coche y, más tarde, a esta sección. En medio hay una carta de Seat al lector en la que se le informa de las investigaciones llevadas a cabo en su coche tras haber presentado la reclamación sobre el comportamiento de los cinturones: "El funcionamiento de ambos cinturones de seguridad durante el impacto fue correcto; de hecho, tras los análisis realizados por TRW, los cinturones son hoy funcionantes (cumplen los requisitos establecidos por el reglamento EC R 16). Los cinturones de seguridad no se desarrollan para retener a los ocupantes en impactos posteriores, sino en impactos frontales a media y alta velocidad". La madre del cordero es esta afirmación de los directivos de Seat. El lector se pregunta: "¿Por qué todavía no he encontrado a nadie que lo supiera?, ¿es que los impactos traseros no son algo cotidiano en nuestras carreteras?". Las averiguaciones hechas por este diario dan la razón a Seat: el cinturón de seguridad no está hecho para proteger en el caso de impactos traseros. Y esto vale para Seat y para cualquier otra marca de coches. Sólo algunos descapotables, en los que el cinturón no puede ser anclado en la puerta, tienen un mecanismo diferente, según informaciones recabadas en Seat, la Dirección de Tráfico e Idiada (entidad encargada de la homologación de los cinturones de seguridad que usan los automóviles). Pero las investigaciones también dan la razón al lector: ninguna de las muchas personas consultadas conocía este hecho y todas daban por sentado que el cinturón protegía en cualquier caso de impacto. Los cinturones, insisten las fuentes oficiales, protegen, pero no de forma universal. Las mismas fuentes declinan pronunciarse sobre el contenido de las campañas gubernamentales que han pretendido hacer creer a la población lo que el lector daba por seguro. A lo sumo se amparan en las estadísticas y éstas demuestran que la protección que ofrecen es superior a la que podría esperarse según las normas legales. Protección superior a las esperanzas de los que saben, pero inferior a las expectativas de los que no saben por haber sido muy pero que muy mal informados. Y el que promovió las campañas no fue una marca de coches sino un organismo gubernamental, dentro de la tendencia general de los últimos años por parte del Estado a regular machaconamente la vida privada de los ciudadanos, incluso con informaciones deficientes. El ejemplo cunde. La idea en la que se inspira esta sección, vigilar a los vigilantes y denunciar sus hipotéticos fallos con la intención de corregirlos, ha sido adoptada por la propia Guardia Urbana de Barcelona. Una vez al mes, en la reunión de mandos, se analiza un comportamiento especialmente anómalo. En una de las últimas se relató lo ocurrido a un ciudadano que fue multado, con razón. Así lo reconoció el hombre y se dirigió de inmediato a pagar la sanción, con el objetivo de ahorrarse una cantidad por el descuento de pronto pago. El resultado para él fue terrible: como suele suceder, en el organismo correspondiente no estaba la persona que debía atenderle y a los demás guardias no se les pasó por la cabeza mover un dedo. El ciudadano que quería pagar necesitó 40 minutos para hacerlo. Si llega a pretender cobrar, igual lo mantienen allí más tiempo del que algunos condenados a 100 años pasan en la cárcel.El cinturón de seguridad no protege de todo.

JOAN GUERRERO

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