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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La tiranía de los errores

Una vulgar caricatura del venerado maestro Enrique El Cojo al principio del espectáculo, ya crea una cierta preocupación. La cadena de despropósitos ya no tuvo interrupción hasta el final.Hay al menos cinco ballets del repertorio tardorromántico que tratan literalmente este tema del momento de ensoñación, en que los personajes de un cuadro cobran vida; el origen de estos argumentos de ensoñación parecen estar en la leyenda china La tristeza del pintor cautivo. Sin venir a cuento, algunos cuadros de Goya a los que se confunde entre sí (La tirana no ostentaba título nobiliario alguno y era una actriz, a ninguna duquesa que pintó Goya la apodaban tampoco de esa manera). Los resultados son abrumadoramente malos. Ya Martha Clark en su Viena proponía la gasa blanca como primer interlocutor entre público y bailarín, que no como barrera o sustancia aislante, que es en fin lo que sucede aquí, con una ostensible carencia de conceptos de grupo y de al menos una respetuosa simetría coréutica.

El fantasma del museo (La tirana)

Compañía María Pagés. Guión y dirección: José María Sánchez. Coreografía: María Pagés, Manolo Marín y Fernando Romero. Escenografía: Christian Olivares. Vestuario: Milagros Gallego. Luces: Olga García. Festival de Otoño. Teatro de Madrid. 13 de noviembre

La pesadilla a que es sometido el público con una sucesión de trozos aislados de baile carece de sentido y de hilo argumental. Goya y sus pinturas resultan un pretexto cuando menos falaz, que se distorsiona entre gratuitos cambios que van de la ropa a la música.

Una cosa es contemporaneizar los bailes flamencos y otra vulgarizar su estructura; todo ello hace que surjan estas dolorosas preguntas: ¿Qué pinta un eficaz artesano de la coreografía coral andaluza como Manolo Marín en este berenjenal? ¿Qué queda de la frescura y buen hacer creativo que había demostrado antes María Pagés? Quizá uno de los fallos es tratar de rodear al baile de un aparato de justificaciones innecesario, que oculta alguna latente calidad. El baile de María Pagés tiene buenos momentos de fuerza y honesta nobleza, que quedan solapados por el resto del elenco en un discorde batiburrillo de zapateados, giros mal acabados y otros efectismos.

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