_
_
_
_
_
Entrevista:ANTONIN J. LIEHMPERIODISTA

"Chequia no es nada más que una ilusión"

La contribución de Antonin J. Liehm a la causa de la libertad fue su participación en la dirección de la revista Literárni noviny, que desempeñó una función clave en el debate ideológico que culminó en la Primavera de Praga. Liehm tuvo que emigrar a Occidente en el momento en que las tropas del Pacto de Varsovia entraron en la capital. En 1984 fundó Lettre Internationale, que hoy se publica en 10 idiomas europeos, el español incluido. Pregunta. ¿La separación entre Chequia y Eslovaquia formó parte del debate ideológico de la Primavera de Praga? Respuesta. No. Checoslovaquia era un Estado federal y lo que se discutía era su reforma para tratar de compensar el desequilibrio favorable a Chequia. Éste fue uno de los objetivos que se propuso precisamente Dubcek, que era eslovaco. P. ¿Dónde cabe situar el origen ideológico de la separación? R. En lo que vino luego. En la llamada normalización, dirigida por Husak, que favoreció de una manera despótica a Eslovaquia y que creó grandes resentimientos entre los checos. P. ¿La intelligentsia de la Primavera era más checa que eslovaca? R. Sí. Eslovaquia era un país muy joven y su intelligentsia no estaba tan desarrollada. Pero existía un grado de complicidad absoluta entre los intelectuales progresistas de ambos lados, que sacaban ventajas de la dualidad. Si un libro no se podía publicar en Chequia, pues se intentaba publicar en Eslovaquia. Y viceversa. P. Chequia, especialmente, parece mantener un cierto prestigio de república intelectual. El influjo de Havel, tal vez. R. Ah, Havel... Esa supuesta república no es nada más que una ilusión, y Havel es un símbolo político, pero no intelectual. En cambio, en Eslovaquia, lo que son las cosas, los intelectuales sí han sido determinantes en la caída de Meciar. P. La experiencia de su antiguo país se pone como ejemplo de separación sin traumas. R. No los hubo, en efecto. Los eslovacos vieron cumplidos sus deseos de emancipación y los checos estuvieron felices observando cómo se habían desprendido de la parte más pobre del Estado. A pesar de todo, no hubo referéndum, porque con un referéndum de por medio la gente se hubiera negado a la separación. P. No deja de ser una manera de evitar traumas. R. Lo digo por completo en serio. Una experiencia común, aunque haya sido relativamente breve como la nuestra -ni siquiera un siglo-, cuesta de romper. Los checos aún se emocionan cuando ven jugar a los eslovacos contra un equipo de fútbol extranjero y los apoyan con fervor. Y lo mismo pasa al revés. P. Pero nadie movió un dedo para evitar la separación. R. Todo fue muy rápido. La separación fue decidida y ejecutada por dos hombres: Klaus y Meciar. Tenían tanta ambición que necesitaban un Estado para cada uno. A veces, la historia se escribe así. Es evidente que ellos dos no actuaban en el vacío, que detrás de sus actitudes y decisiones había también 20 años de resentimiento acumulados. P. ¿Checoslovaquia era un proyecto progresista? R. Desde su raíz. Checoslovaquia fue una fundación de la socialdemocracia. P. ¿Y Chequia? R. Había un equívoco. Siempre pensamos que Chequia era de izquierdas. Pero en cuanto cayó el muro, la derecha nacionalista mostró su poder. P. La Primavera no había contado con este futuro R. No, desde luego. Francia se parece bastante a lo que fue el Mayo francés. Pero Chequia no se parece en casi nada a lo que fue su Primavera.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_