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Reportaje:

Estados Unidos se abrasa

Una ola de calor provoca la muerte de más de 100 personas, 43 de ellas latinos que trataban de entrar al país

"Absténganse de hacer ejercicio. Beban mucha agua y jugos de frutas, pero no café y bebidas alcohólicas. Pasen todo el tiempo que puedan en interiores con aire acondicionado. Estos consejos son para todos, particularmente para los ancianos y los niños. Ah, tampoco sometan a sus perros a largas caminatas. Los animales también sufren las altas temperaturas. Estamos en una situación de alerta, que va a durar toda la semana. La ola de calor que ha devastado el sur y el oeste de Estados Unidos y ha provocado más de 100 muertes, ha llegado a nuestra ciudad. El peligro de asfixia o deshidratación es extremo".WTOP, la filial de la cadena CBS en Washington, abría ayer todos sus informativos con este mensaje, y como ella, las demás emisoras de radio y canales de televisión de la capital estadounidense. Hollywood había imaginado que este penúltimo verano del segundo milenio sería protagonizado en EE UU por anticipos del Apocalipsis como la aparición de Godzilla en Nueva York o el bombardeo de la Costa Este por lluvias de meteoritos. En su lugar, lo que hay es una subida de temperaturas casi tan mortal como las pesadillas de Hollywood, pero difícil de convertir en un guión para el cine.

La ola de calor alcanzó ayer la Costa Este, reproduciendo escenas clásicas: niños semidesnudos bañándose con el agua de las bocas de incendios en los suburbios negros, obesos sudorosos tragándose inmensas bolas de helado, coches de bomberos yendo y viniendo a toda velocidad, voluntarios del Ejército de Salvación pidiendo para comprar ventiladores... Washington, Baltimore, Filadelfia y Nueva York eran un horno, agravado por la humedad atlántica. Los termómetros superaban los 100 grados Farenheit, alrededor de 40 grados centígrados.

Peor era en Tejas, que ayer conoció su decimosexto día consecutivo con temperaturas por encima de los 100 grados Farenheit. Las autoridades del Estado de la Estrella Solitaria instaban a los ciudadanos a pisar el freno y reducir el ritmo de sus actividades y a cuidar particularmente de los enfermos y los ancianos. Enviaban equipos de urgencia con agua y ventiladores a las zonas más deprimidas. El número de víctimas mortales del calor se cifraba oficialmente ayer en Tejas en 22. Luisiana informaba de otras 22 muertes; Oklahoma, de 11, y California, Arizona y Missouri, de una en cada uno.

Había más. Fuentes de la Migra, el nombre despectivo con el que es conocida la Patrulla Fronteriza, daban cuenta de que al menos 43 inmigrantes ilegales han muerto a causa de la ola de calor cuando intentaban entrar en EEUU desde México. En las zonas desérticas que atravesaban a pie y sin reservas de agua las temperaturas pueden llegar a los 50 grados. La Patrulla Fronteriza pedía una tregua en su propio beneficio a los latinos en busca del sueño americano. "Todo el mundo, incluidos ellos, deben tomárselo con calma estos días", dijo un portavoz.

Con calma se lo tomaban los campos de entrenamiento del Ejército en Oklahoma, que concedían a sus reclutas media hora de descanso cada media hora de ejercicio. En ese Estado, los granjeros intentaban salvar sus gallinas refrescándolas con inmensos ventiladores. "Cuando se alcanzan los 95 grados Farenheit", dijo el granjero Marinell Strain, "las aves de corral empiezan a morir".

Otros ponían el acento en las posibles causas del subidón de temperaturas. En su editorial, The Washington Post decía ayer que la ola de calor prueba que el peligro de cambio climático debido a la emisión de gases de efecto invernadero "es real". E instaba al Congreso del país más consumidor de energía y más contaminante del mundo a discutir en serio el acuerdo internacional sobre reducción de emisión de gases alcanzado el pasado diciembre en Kyoto (Japón).

No llueven meteoritos sobre el Empire State Building y la Casa Blanca, pero The Washington Post tiene razón. EE UU debería pensárselo. El cambio climático no puede ser combatido con comandos.

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