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Los argentinos dudan de que la muerte de Yabrán se deba a un suicidio

Cuando el cuerpo del empresario Alfredo Yabrán, uno de los hombres más poderosos del país, iba a ser enterrado ayer a mediodía en un cementerio privado al norte del gran Buenos Aires, la mayoría de los ciudadanos no creían siquiera que estaba muerto.Los que aceptaban que ese cuerpo con la cabeza destrozada por los 32 perdigones del disparo de una escopeta podía ser de Yabrán, difundían el rumor de un crimen por encargo y negaban la noticia del suicidio. Pero todas las fuentes consultadas una y otra vez aseguran que el empresario, sospechoso de instigar el asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas en marzo de 1997, se suicidó el pasado miércoles poco después del mediodía cuando una comisión policial con una orden de captura entró en su casa de Entre Ríos, al norte de Buenos Aires, donde se había refugiado. El diario La Nación recogía ayer las dudas de los ciudadanos : «Apareció muerto Yabrán, estupor e incredulidad generales«, titulaba.

Junto al cadáver la policía encontró una carta manuscrita que luego leyeron dos de sus ocho hermanos. Según fuentes judiciales, en el texto Yabrán insiste en declararse «inocente» del crimen de Cabezas, pero no critica al juez que dictó la orden de captura en su contra y al que considera «una buena persona». Toda la responsabilidad de la supuesta persecución política se la adjudica al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, «que es una porquería». Por último, Yabrán anuncia su decisión de quitarse la vida porque no quiere «prestarse a esta parodia».

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