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Entrevista:

"Las religiones son organizaciones comerciales"

Vestido con unos pantalones de pana marrones y una chaqueta de espiga, Woody Allen (Brooklyn, 1935) ofrece en persona una imagen exactamente igual a la de sus películas. Sólo falta la verborrea de que hacen gala sus personajes. Pasados los 60 años, Allen se encuentra en uno de los momentos más prolíficos y reconocidos de su carrerra. Su último trabajo, Desmontando a Harry, se estrena hoy en España, y cuenta con el mayor reparto de grandes estrellas de toda su filmografía: Billy Cristal, Elisabeth Shue, Robin Williams, Kirstie Alley, Judy Davis, Amy Irving, Mariel Hemingway, Demi Moore.

Pregunta. ¿Hasta qué punto Harry es un reflejo de usted mismo?

Respuesta. Todo el mundo está empeñado en verme en mis personajes, pero la verdad es que yo no encuentro nada de mí en Harry. Aunque refleja cosas que yo pienso sobre la vida y las relaciones, somos muy distintos. Él es autodestructivo y hace daño a los que le aprecian. Es muy egoísta. He intentado hacer una película sobre un escritor al que se le va conociendo cuantas más cosas aparecen de la ficción. Y he intentado hacerlo de la manera más divertida posible.

P. ¿No cree que Harry es una especie de moderno Mr. Scrooge, del Cuento de Navidad, de Dickens? Después de ver pasar toda su vida ante sus ojos se convierte en un hombre nuevo.

R. Es cierto. Harry mira hacia atrás en su vida y se da cuenta de que él es el peor hombre del mundo. Pero al final yo no sé muy bien si él va a cambiar tanto como cambió Scrooge. Harry simplemente llega al convencimiento de que no puede funcionar en el mundo real, que él funciona ante la máquina de escribir, pero no en la vida normal. Y él también llega a darse cuenta de que es feliz, aunque no lo sabía hasta entonces. El piensa que es muy infeliz, pero al final se da cuenta de que, a pesar de toda su miseria, no es tan infeliz como pensaba.

P. Sí, Harry tiene buenos amigos y acaba bendiciendo el matrimonio entre su ex novia y su mejor amigo.

R. Y está vivo, y eso es lo importante. Nos pasamos los días quejándonos, quejándonos y quejándonos. Sobre nuestro trabajo, nuestros maridos, nuestra vida, y un buen día nos levantamos y resulta que el médico nos descubre una enfermedad, y es entonces cuando nos damos cuenta de lo felices que éramos ayer y anteayer y todos los días anteriores en los que no hacíamos otra cosa que quejarnos.

P. ¿Está preocupado usted por este tema, por estar enfermo?

R. Sí. Me siento muy, muy agradecido y feliz por tener salud. Bueno, ahora no estoy del todo sano, porque tengo un resfriado, pero me encuentro razonablemente sano.

P. En la película se burla de la religión. ¿Qué significa para usted, que es judío, la religión?

R. Soy muy científico. No soy una persona religiosa. No siento ninguna simpatía por los judíos como organización. Pienso que todo ser humano es religioso en algún sentido. Pero cuando la religión se institucionaliza y te dicen lo que puedes usar, con quién te puedes casar y cuándo y cómo tienes que practicar el sexo, eso es todo una estupidez. Estoy en contra de la religión institucionalizada. Es algo que tiene que ver con judíos, con católicos, con protestantes. Pienso así de todas esas organizaciones comerciales.

P. En las escenas finales de Desmontando a Harry, el escritor recibe el homenaje de sus personajes y lo vive como un sueño feliz. ¿Usted también viviría un momento así como un sueño feliz o sería una pesadilla?¿Qué relación tiene con sus personajes?

R. Seguramente sería como una pesadilla. Yo no podría recibir algo así en la vida real. Escribo personajes y me olvido de ellos al día siguiente. No tengo una relación tan íntima con ellos. He escrito unas 27 películas, y en cada una, un montón de personajes. Apenas puedo recordarlos. Así que imaginármelos una noche en mi dormitorio es más bien terrorífico.

P. ¿Por qué actúa en la mayoría de sus películas?

R. He hecho una película después de Harry en la que no actúo.

P. ¿Se refiere a Celebrity, que ha rodado en blanco y negro y que habla sobre la fama?

R. Sí. No quería actuar en Desmontando a Harry. Estaría encantado de dirigir las películas que escribo y quizá actuaría de vez en cuando. Pero es que es muy difícil conseguir actores. Harry se lo ofrecí a Robert de Niro, a Dustin Hoffman, Elliot Gould, Dennis Hopper... Nadie estaba disponible. Me decían: sí puedo hacerlo, pero dentro de dos años.

P. ¿Nunca se sintió tentado, como Fellini con Mastroianni, de buscar un actor fetiche que lo representara en sus películas, que fuera un espejo de sí mismo?

R. Ojalá pudiera. Sería fantástico para mí, pero no puedo encontrarlo. Uno de los actores que podría parecerse más a mí en la pantalla, y que es un magnífico actor, es Dustin Hoffman. Su tamaño, actitud general... Pero cientos de personas le quieren en sus películas y siempre está trabajando, así que no es posible contar con él.

P. Usted da mucha libertad a los actores a la hora de interpretar sus papeles. ¿Qué han aportado intérpretes como Billy Cristal o Elisabeth Shue a los personajes que usted escribió?

R. Mucho. Ellos pusieron los diálogos en sus propias palabras. Han aportado tantas cosas que no podría enumerarlas. Les di el guión y ellos no sólo tenían que decir las palabras que yo había puesto, sino hacerlas fluir, hacerlas suyas.

P. Viendo la película se nota la crítica a la industria de Hollywood, sobre todo en la escena del infierno, que parece sacada de la película de Verhoeven Showgirls.

R. Sí. Sólo he utilizado una escena para hacerlo, pero yo soy crítico. Los estudios lo controlan todo. Los actores son una gente estupenda, los directores son encantadores, los cámaras son buenos, pero la gente de los estudios les controlan y hacen de sus vidas una miseria. Si no hubiera eso, Hollywood sería un lugar de ensueño. Para los estudios, esto es un negocio, es igual que hacer coches. Hay millones y millones de dólares en juego, y eso es lo que quieren los estudios, conseguir a cambio más millones de dólares. Les da igual el arte que haya en las películas, les da igual la imaginación.

P. ¿Cómo fue el trabajo con Hazel Goodman? Usted no suele trabajar con actores negros.

R. La gente piensa eso, pero no es verdad. Siempre que un actor o actriz negro es perfecto para el papel, yo lo utilizo. Cualquiera. No pienso en si un actor es negro o no para elegirle para un papel. Pero, por alguna razón, nadie dice esto de Martin Scorsese o Francis Coppola o Steven Spielberg. De mí, sí, y no sé por qué. Yo utilizo a los actores que son necesarios en la película. Hago películas para hacer películas. Si una persona china es correcta o judía o negra, es la que escojo.

P. ¿Y en este caso usted pensó en concreto en una prostituta negra?

R. Sí. Negra. Son personajes que ves frecuentemente en Nueva York. Mujeres negras vestidas con esos pantaloncitos cortos. Son como un cliché, algo común en Nueva York. Y eso es lo que yo quería. Hazel es maravillosa. Nunca había hecho algo similar antes, y lo captó enseguida.

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