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CiU presiona para avanzar las elecciones catalanas, pero Pujol insiste en 1999

Dirigentes de Convergéncia y de Unió, los dos partidos coligados en CIU, presionan a su líder y presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, para que convoque elecciones autonómicas cuanto antes. Así lo admitió ayer el propio Pujol en los pasillos del Parlament, aunque a renglón seguido insistió en que él mantiene en pie su propósito de llamar a los catalanes a las urnas en el primer trimestre de 1999. No obstante, Pujol no cerró la puerta a ninguna posibilidad. "¿Puede suceder algo [que provoque un adelanto electoral]?" se preguntó a sí mismo. "Sí, siempre puede suceder algo, pero nuestro calendario apunta a primeros de 1999" se respondió.

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Los colaboradores de Jordi Pujol que son partidarios de que éste convoque cuanto antes las elecciones buscan intensamente una excusa para que el presidente pueda justificar ante la opinión pública una decisión como ésa. Los nacionalistas son conscientes de que sin un argumento poderoso difícilmente cambiará Pujol su anunciado proyecto de celebrar los comicios en febrero o marzo de 1999.La presión que cada vez más dirigentes y cuadros de CiU ejercen sobre Pujol se ha intensificado en las últimas semanas. Fuentes convergentes señalan, sin embargo, que al presidente catalán le sigue dando pereza modificar su decisión.

El principal motivo que aducen los nacionalistas partidariosdel anticipo electoral es el temora que se consolide la eventual alternativa del socialista Pasqual Maragall, ex alcalde de Barcelona. Temen estos cuadros que lacandidatura de Maragall a lapresidencia de la Generalitat impida a Pujol recuperar todos oparte de los escaños que CiU perdió en las últimas autonómicas, en 1995, cuando los nacionalistas perdieron la mayoría absoluta de que habían disfrutado ininterrumpidamente desde 1984.

Fuentes de Convergéncia citan encuestas internas que apuntan que si Maragall entra en la liza electoral, puede perder cuatro o cinco diputados con relación al resultado de 1995. Por este motivo, aducen, cuanto antes sean las elecciones, menos preparado estará Maragall.

Pero como esta causa nunca será reconocida abiertamente por los nacionalistas, la excusa que Pujol necesitaría para adelantar los comicios sólo puede referirse a un eventual incumplimiento de los acuerdos alcanzados con José María Aznar el pasado enero. O, con más probabilidad, que Pujol considere que el apoyo crítico del PP en el Parlament le impide seguir gobernando con comodidad.

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Dirigentes del PP catalán señalaron ayer que temen que en las próximas semanas CíU amplifique los desacuerdos en determinadas cuestiones con sus aliados conservadores para justificar un "clima artificial" de ingobernabilidad en Cataluña. Estas fuentes subrayaron que, dejando al margen la ley del catalán, los diputados del PP sólo han dejado en minoría a CiU un par de veces en esta legislatura, y eso en debates en comisión, pero nunca en el pleno del Parlament.

En la reunión del comité ejecutivo de Convergéncia Democrática del pasado lunes se criticó la política de propaganda del presidente del PP en Cataluña, Alberto Fernández Díaz, a menudo agresiva con Pujol, pero se reconoció que en el Párlament no hay problemas de importancia entre CiU y el PP.

La consigna oficial de ayer en Convergéncia era enfriar las expectativas levantadas en los últimos días sobre un eventual adelanto electoral. "Aquí nadie está preparando las elecciones", señaló un dirigente del partido de Pujol. El presidente no tomará decisión alguna hasta los primeros días de mayo, una vez que España haya superado el examen de Maastricht para el ingreso en la Unión Monetaria, según las, mismas fuentes. Técnicamente, esta previsión sigue dejando una puerta abierta a la posibilidad de que las elecciones se adelanten a junio o julio de este año si Pujol cambia de opinión.

Pujol abrió el pasado otoño un periodo de reflexión sobre el calendario electoral que más le convenía. En una reunión con el grupo de CiU en el Congreso, los diputados le pidieron que disolviera el Parlament con el objetivo de recuperar la mayoría absoluta en Cataluña y recobrar la libertad de actuación en el Congreso. El vicepresidente del Congreso, Josep López de Lerma, le propuso que, si necesitaba una excusa, provocara al PP para que éste rechazara los Presupuestos de la Generalitat.

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