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Tribuna
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Escribir es vivir

"Francisco Umbral es la literatura", dijo un miembro del jurado en la rueda de prensa que siguió a la concesión al autor de Mortal y rosa del Premio Nacional de las Letras Españolas. Casi 100 libros certifican esta condición de literato químicamente puro. A Umbral cabe aplicarle la frase de Flaubert: "Escribir es una manera de vivir". Umbral lleva más de 30 años escribiendo día a día, viviendo día a día dentro de la palabra creadora.Algunos han tratado de desplazar al escritor calificándolo de "periodista", calificación anacrónica si se atiende a la evolución de la literatura contemporánea, pero además calificación inexacta. Porque la columna periodística de Umbral es siempre literatura: está marcada de principio a fin por una sempiterna voluntad de estilo y se desarrolla dentro de una estructura cerrada, todo lo cual sirve para salvar la coyuntura de la actualidad -como ha puesto de relieve el hispanista francés Jean-Pierre Castellani- elevándola así a cuadro ácido de la vida nacional, a crónica esperpéntica y moral de nuestra historia y aun de nuestra intrahistoria.

Memorialista

Por eso Umbral, literato puro, soporta la urgencia de la columna periodística (como la soportó Azorín, que con los materiales del periodismo fabricó sus mejores libros), y pasa de la crónica periodística al libro sin solución de continuidad. El Umbral del periodismo es el de la "memoria simultánea", el mejor Umbral de los libros es el de la memoria pura: la memoria de raíz proustiana que sustenta el ciclo de novelas de la infancia y adolescencia (Los males sagrados, Las ninfas, El hijo de Greta Garbo) o ese texto no debidamente valorado que son sus recientes Cuadernos de Luis Vives; y la memoria histórica, la memoria española, que a menudo es inseparable de aquélla (Los helechos arborescentes, Leyenda del césar visionario, Las señoritas de Aviñón). En este punto ha recibido el testigo de Galdós, Baroja y Valle-Inclán. Hasta los libros llega también la "mernoria simultánea", que rotura ese estremecimiento que es Mortal y rosa. Desde la memoria se articulan, asimismo, los diarios; Umbral los ha escrito hondos de emoción y sentimiento (así el diario novelado La bestia rosa). Memorialista de la vida española contemporánea, se le deben cuadros memorables (La noche que llegué al Café Gijón, Trilogía de Madrid).

Umbral es también un crítico agudo y polémico, y a veces innecesariamente provocador. No comparto, por ejemplo, su aversión por Galdós ni por Baroja. Pero no puedo por menos de admirar sus ensayos sobre Larra, Gómez de la Serna y Lorca, que han modificado la perspectiva crítica sobre estos escritores.

Queda, en fin, hablar de lo que puede parecer obvio, pero no lo es: el deslumbrante idioma de Umbral, síntesis creadora y fecunda de la tradición quevediana, la impronta juanramoniana y el metaforismo de los mayores poetas del 27.

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