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NATACIÓN - CAMPEONATOS DE EUROPA

Tengo una cicatriz en el cuerpo, no en el alma

El ruso Alexandr Popov reaparece tras recuperarse del grave apuñalamiento que sufrió, hace un año

La mala fortuna quiso que hace un año el nadador ruso Alexandr Popov (SverdIovsk, Rusia, 1971), el hombre más rápido de la historia en la distancia de 100 metros libres, protagonizase la página de sucesos de los periódicos en lugar de reinar, como acostumbraba, en la de deportes. El 26 de agosto de 1996, pocos días después de proclamarse campeón olímpico de 50 y 100 metros libres en Atlanta, era apuñalado por un vendedor de melones en un mercadillo de Moscú (Rusia). La única cuchillada que le al canzó no llegó a dañar ningún órgano vital, pero sí ha logrado mantenerlo un año en la sombra. Los europeos de Sevilla se rán su primera gran competición después del incidente. Y Popov viene dispuesto a recuperar la gloria."El accidente que sufrí hace un año me ha dejado una cicatriz en el cuerpo, pero desde luego, ninguna en el alma", dice sonriente. Popov jura y perjura que el ataque que sufrió a manos de un vendedor de melones en un mercadillo de Moscú no le ha cambiado en absoluto, pero se le ve distinto. Para empezar, ha abandonado la actitud , distante que le valió el apodo de El Zar en los primeros años de su carrera. Ayer, en la conferencia de prensa que ofreció al llegar a Sevilla estuvo afable y ocurrente. Contestó a infinidad de preguntas durante más de una hora y tan sólo se negó a mostrar la cicatriz de 11 centímetros que le ha quedado a la altura de los riñones. "Yo no voy mostrando por ahí mis partes íntimas", bromeó.

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Pero sí accedió a contar, lo más detalladamente que pudo, lo ocurrido el pasado 26 de agosto: "Había ido a una fiesta con un grupo de amigos y, ya de vuelta, pasamos por un mercadillo. Había un hombre vendiendo melones y una de las chicas que nos acompañaban tuvo una discusión con él. Comenzaron a pelearse, yo entré a separarlos y, en el tumulto que se formó, me llevé la puñalada", resumió. Después, una estancia de 13 días en el hospital, donde perdió 13 kilos de peso, y un año de recuperación.

"Ha sido un año prácticamente sabático. He estado descansando de las alegrías de Atlanta y de la tristeza de Moscú. He viajado. Me he dedicado a disfrutar la vida todo lo que he podido", confiesa. Tal vez a eso se deba su buen humor; a eso y a su reciente matrimonio con la ex nadadora Daría Shmeleva, antigua componente del equipo nacional ruso, con la que tendrá un hijo en septiembre. Popov también le ha dedicado este año algo de tiempo al espíritu: hace unos meses se bautizó por el rito cristiano ortodoxo. "El haberme bautizado no tiene nada que ver con que haya visto la muerte de cerca o no. Simplemente es algo que quería hacer desde hace tiempo".

Dos competiciones

El nadador ruso, que reside desde hace dos años en Canberra (Australia), sólo ha hecho dos competiciones este año, en Brasil y Canadá. Sevilla será su regreso al circuito oficial. "Me agrada mucho que mi regreso a la alta competición se produzca en el mismo país donde gané mis primeras medallas olímpicas [la primera vez que se hizo con este título fue en Barcelona 92]", afirma. Pero no quiere hacer cábalas sobre lo que será su participación. "No espero nada", resume. Sobre si volverá a atacar el récord del mundo de 100 metros libres, que posee él con un tiempo de 48,21s, dice: "Para batir el récord del mundo hay que correr mucho, y yo este año no he corrido prácticamente nada". Pero no se resiste a crear expectativas de futuro. "¿Que si pienso bajar de 48 segundos en 100? iY de 46! ¿Por qué no? Es algo muy sencillo. Primero haces 51, luego 48 y después 46, es cosa de ir poco a poco".

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