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LA CRISIS DE LA EMBAJADA

La miseria sigue nutriendo guerrillas de distinto apellido en Latinoamerica

Juan Jesús Aznárez

El alcalde de Pajarillo, a 800 kilómetros de Lima, sospecha que sembradores adolescentes de coca se suman desde hace un año al Movimiento Revolucionario Tupac Amaru porque se morían de hambre cosechando arroz, yuca o naranjas, después de haber ganado casi 100 dólares semanales con el cultivo de los cocales. "Los ingresos son mínimos. Nadie compra el arroz, la yuca o los frutales", explicó Elmer Pérez.

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Complejas razones geopolíticas y el secular abandono de la población más pobre y analfabeta explican el nacimiento de las violentas guerrillas latinoamericanas todavía activas en Colombia, Perú y México, pese a la paz alcanzada en Guatemala.Minoritarios y aislados en el Perú selvático, aunque capaces de audacias como el asalto a la Embajada japonesa, en Lima, no parece que el MRTA o el maoísta Sendero Luminoso puedan bombardear regularmente la capital o colocar al Gobierno contra las cuerdas, pero su proclamada derrota no fue definitiva. De todas formas, 225.000 personas desplazadas por la guerra retornaron a sus aldeas de origen gracias al forzado repliegue guerrillero. Pero, contrariamente a la desmovilización de la guerrilla centroamericana, muy vinculada a Moscú durante años, la insurrección peruana es más autónoma y reviste peculiaridades andinas.

La gran mayoría de los peruanos abomina del terrorismo, con 120.000 muertos en su haber, pero la leva de nuevos reclutas en sus menguadas columnas rurales siempre es posible en un país donde buena parte de los delitos militares en la represión del terrorismo quedaron impunes y donde casi el 50% de sus nacionales no tiene resueltas las necesidades elementales. A esto se añade que el 33% vive en las zonas de emergencia, lugares donde el mando civil permanece subordinado al castrense y las detenciones e interrogatorios se efectúan sin mandamiento judicial.

El MRTA no está solo. En Uruguay, el presidente Julio María Sanguineti debía amonestar al legalizado Movimiento de Liberación Nacional, antigua guerrilla urbana tupamara, por la solidaridad demostrada. "Cuando hablamos de violencia también hablamos de la muerte de los niños en la calle, de la pobreza, de la marginación", declaró uno de los dirigentes del movimiento.

Casi extraterrestre, asesinando todavía a campesinos a palazos y pedradas mientras se vitorea al presidente Gonzalo, Sendero Luminoso, es una especie aparte. El MRTA es cercano ideológicamente, aunque de aparición tardía, al M-19 colombiano y a los movimientos guerrilleros de América Latina nacidos al rebufo de la revolución cubana triunfante en 1959. Cuando el MRTA irrumpe en 1982 con secuestros, asesinatos y extorsiones, otros grupos debatían ya su incorporación a la política. Sin abdicar de sus principios fundamentales, pero incapaz de imponerlos por la fuerza, esa izquierda armada asumió que el sistema democrático era el único viable.

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Sin embargo, en México, país cuyo deteriorado sistema político sufre constantes críticas y fuego graneado, surgió una guerrilla sui géneris, la zapatista. "Disparó durante una semana, pero ha estado permanentemente en los medios de comunicación", subrayaba un periodista mexicano poco amigo del subcomandante Marcos.

Después de más de tres décadas de sufrir esa violencia, y en una guerra con más de 100.000 muertos, la Unión Revolucionaría Nacional Guatemalteca (URNG) no pudo doblegar al Estado,_pero no firma la paz vencida: logró sustanciales cambios en el feudal aparato económico del Estado. Otras guerrillas latinoamericanas se enquistaron y poco han conseguido. Es el caso colombiano. Con casi 40 años de funcionamiento, las marxistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el guevarísta Ejército de Liberación Nacional alternan el bandolerismo con las reclamaciones de justicia social. Su incorporación al proceso político parece muy lejana. El presidente del instituto Libertad y Democracia, Hernando de Soto, apuntó una tesis extrapelable a los países con problemas de estabilidad política: "Reaparecerá la violencia sediciosa si el Gobierno no corrige la política económica dentro del programa liberal e integra en el mercado al sector informal"

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