Una idea interesante y un planteamiento confuso
Con el título de Frente a la historia 1933-1996, esta exposición se plantea una revisión de lo que ha hecho el artista contemporáneo como reacción ante los acontecimientos históricos que ha: tenido que vivir a partir del triunfo del nazismo en Alemania. El asunto tiene, en principio, una doble trastienda: en primer lugar, porque el llamado género de historia, que ocupaba la posición jerárquica de privilegio en la pintura tradicional occidental, sufre una revolución al comienzo de nuestra época cuando, a partir de David y Goya, lo heroico se asimila a lo anónimo y a las víctimas, cambiándose de esta manera por completo el sentido de la épica; en segundo, porque el tiempo elegido en esta exposición como punto de arranque, el de la época de entreguerras, no sólo estuvo marcado por una terrible ansiedad y una fuerte polarización política, sino también por la crisis de la vanguardia.Por otra parte, se anuncia que se trata de una muestra en homenaje a Malraux, lo que, en función del tema, posee una coherencia indudable. De todas formas, no sé si el arranque histórico elegido, el de la década de los treinta, es pertinente como tal arranque o como consumación; esto es: personalmente, me parecería mas Malraux, que el arco de tensión hubiera tenido como ejes significativos los Fusilamientos de la Moncloa y el Guernica -cuadro éste tan comprensiblemente reclamado por los responsables de la muestra, como denegado por nuestras autoridades- En todo caso, pienso que el alargamiento del relato hasta hoy mismo es improcedente, ya que, puestos a buscar un sentido al proceso histórico, la última frontera posible hubiera sido el Mayo del 68.
En cualquier caso, la iniciativa, con sus pros y contras, me parece interesante y, en ella, juegan un papel muy especial, como era de esperar, los artistas españoles, ya que la guerra civil y la larga dictadura franquista les forzó a vivir frente a la historia casi como si se tratase de un imperativo categórico. Están obviamente, por tanto, nuestros más significativos vanguardistas históricos -Picasso, Julio González, Miró, Dalí- e incluso otros menos conocidos, como Fenosa o Nikolas de, Lekuona, pero también, a partir de la posguerra, en primer término, Tápies y Millares -ignoro por qué no Saura- y, en segundo, Arroyo, Equipo Crónica, Equipo Realidad.
En definitiva, creo que la excesiva ambición de esta iniciativa provoca su confusión, lo cual hace que, fuera de lo obvio, resulten incomprensibles ciertas presencias y ciertas ausencias. Pero, ¿quién se atreve a hacer hoy una exposición que no sea espectacular y que no termine con la actualidad, venga o no a cuento?