Privilegios políticos
EL PARLAMENTO vasco ha entrado en razón y dado marcha atrás en una iniciativa que constituía un escándalo. Lo era pretender asegurar a sus 75 diputados una pensión de jubilación en la cuantía máxima del régimen general de la Seguridad Social a partir de una cotización de sólo cuatro años y un día, es decir, de una legislatura. La financiación correría a cargo de los presupuestos de la comunidad autónoma vasca, que cubrirían la diferencia entre lo cotizado y lo percibido. Con ello no sólo se habrían burlado con descaro los criterios que rigen para el resto de los ciudadanos. El atropello se habría consumado además cuando se prevé un endurecimiento en las condiciones para acceder al derecho a una pensión pública. Mayor impudor era imposible.A veces los políticos se extrañan del distanciamiento que, según las encuestas, existe entre ellos y los ciudadanos. Son actuaciones como la que pretendía llevar adelante el Parlamento vasco las que minan la confianza popular en sus representantes. Los argumentos esgrimidos en contra por los diputados de Unión Alavesa (UA) e Izquierda Unida IU) han inducido al resto de los grupos a retirar la iniciativa.
La profesionalización del político es una exigencia de los sistemas democráticos, que entre otras cosas se diferencian de los que no lo son en la oportunidad que ofrecen a todos los ciudadanos -no sólo a los que tienen medios económicos- para acceder a un puesto de representación, política. Pero esto no incluye la autoconcesión de privilegios injustos que alimentan el discurso contra los políticos y así contra la propia democracia.
