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Hillary recurre a la sugestión espiritual

Un libro revela sesiones de psicoterapia de la primera dama de EE UU en las que invoca a Eleanor Roosevelt y Mahatma Gandhi

Hillary Clinton, acosada por las críticas y amargada por el fracaso de la reforma sanitaria, recurrió hace un año a una especie de terapia espiritual, de la mano de Jean Houston, especialista en experiencias místicas. Jean Houston ayudó a la primera dama a reencontrarse consigo misma a través de conversaciones con Eleanor Roosevelt y Mahatma Gandhi mediante una técnica cercana a la hipnosis. Las experiencias fueron muy enriquecedoras, pero cuando Jean Houston invitó a Hillary a mantener una conversación semejante con Jesucristo, la primera dama declinó diciendo que "sería demasiado personal".Lo cuenta Bob Woodward, de The Washington Post, uno de los dos periodistas del Watergate, en su último libro, The choice (La elección). El libro, producto de un año y medio de trabajo y de conversaciones con "cientos de personas", describe las interioridades de la Casa Blanca en los últimos 18 meses, incluida la lucha de Hillary Clinton para superar las adversidades y la estrategia de Bob Dole hacia la presidencia. Woodward habló 12 horas con Dole. Clinton prefirió no entrevistarse con el periodista en esta ocasión.

Todo empezó, dice Bob Woodward en la portada de The Washington Post de ayer, el último fin de semana de 1994, después del revolcón electoral sufrido por los demócratas en las legislativas de noviembre. Los Clinton despidieron el año en Camp David con cinco escritores especializados en introspección y búsqueda espiritual, entre ellos Jean Houston, directora de la Fundación para la Investigación de la Mente, una mujer de 57 años inspirada por el modelo de Atenea, la diosa de la sabiduría. Houston, cuenta Woodward, explicó a Hillary que si se sentía desbordada era porque llevaba el peso de los 5.000 años de desigualdad entre hombres y mujeres. "Hillary representa como nadie, quizá con la excepción de Juana de Arco, el ejemplo para todas las mujeres". De ahí su frustración ante el fracaso de la reforma sanitaria, que Jean Houston interpretó "corno si Hillary fuera un Mozart con las manos cortadas, incapaz de tocar el piano".

En la primavera de 1995, Jean Houston fue a la Casa Blanca. El presidente se estaba recuperando del bache de sus dos primeros años, en una estrategia en la que Hillary quedaba fuera de la imagen. Políticamente era adecuado, pero la primera dama se sentía algo deprimida. Woodward asegura que, sin utilizar las técnicas que domina ni ponerla en trance, Jean Houston quiso que Hillary profundizara en la comunicación con uno de sus modelos favoritos: Eleanor Roosevelt. La sesión, a la que asistieron varias personas del equipo de la primera dama, se celebró en el solario de la Casa Blanca y fue grabada.

Con los ojos cerrados, llena de espiritualidad después de 10 días en India y Nepal -por consejo de Houston-, Hillary describió a su predecesora como si la estuviera viendo y desarrolló una conversación imaginaria con ella sobre sus problemas. Hábilmente conducida, Hillary -siempre con los ojos cerrados- meditaba en voz alta asumiendo el doble papel y comparando las experiencias de Eleanor con las suyas. "He sido mal interpretada. Hay que hacer lo que es adecuado. Era crucial marcar un rumbo y seguirlo", cita Woodward, reconstruyendo el monólogo de Hillary en el papel de Roosevelt. En vista de la intensidad del momento, Houston introdujo una conversación con Mahatma Gandhi. Al sugerir después a Jesucristo como interlocutor, Hillary, que no estaba hipnotizada, pensó que las cosas llegaban un poco lejos.

Las relaciones han continuado, e Hillary escribió, gracias a estos encuentros, un libro sobre los niños y la educación. Jane Houston nunca ha cobrado nada por su trabajo. Ni siquiera, dice Woodward, consiguió una tarifa aérea reducida después de su primera visita a Washington.

Lo que se cuenta en el libro recordará a muchos las consultas con astrólogos mantenidas por Nancy Reagan y su influencia en las decisiones de su marido. Clinton no es Reagan ni Hillary es Nancy, ni la experiencia es comparable, pero Woodward ha puesto en bandeja un riquísimo material para que políticos y humoristas lo exploten en las próximas semanas, especialmente a cuatro meses y medio de las elecciones presidenciales.

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