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Una manzana urbana para acabar con la discordia

Christian de Portzamparc propone unir ciudad moderna y barrio popular

El arquitecto francés Christian de Portzamparc, de 51 años, premio Pritzker -"un poderoso poeta de las formas y creador de espacios elocuentes" según el jurado- cree haber hallado "el método que permite conciliar la arquitectura moderna con el encanto y convivencia del barrio popular". La piedra filosofal es la nueva manzana, un tema polémico. El Centro Pompidou dedica hasta el 27 de mayo una amplia exposición de sus proyectos desde los años setenta.

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Portzamparc critica la manzana de la ciudad de la que él llama la Edad I; es decir, la manzana cerrada, que crea calles que son pasillos, en la que los edificios sólo reciben luz por dos de sus caras, y eso si los de enfrente no les hacen sombra; en la que reina el modelo; en la que la belleza se equipara a homogeneidad. La Edad II supone la desaparición de la manzana y el reino del bloque, que se aleja de la calle para poder ganar altura y significa la apoteosis de la lógica trabajo-transporte-dormitorio. La nueva manzana, la que simboliza la Edad III de la ciudad, es Ia manzana abierta, con una volumetría fragmentada que respeta el concepto de barrio y de calle, pero que evita que ésta se transforme en pasillo uniforme".La "manzana abierta" permite la coexistencia del espacio público -calle- y el privado -vivienda y jardines interiores- sin mezclarlos; reivindica que cada apartamento tenga derecho a vistas próximas, pero también a un horizonte lejano; que los edificios tengan cuatro fachadas; que el volumen de edificabilidad no se establezca en función del solar, sino de la manzana; que haya sol para todos, pero que cada bloque sea distinto.

La utopía razonable de Portzamparc podrá existir gracias a un concurso organizado por el Ayuntamiento de París para urbanizar una zona de la ciudad hasta ahora ocupada por vías de ferrocarril y almacenes, una zona vecina al río y a la flamante Gran Biblioteca. Portzamparc ha ganado el concurso con la ayuda del paisajista Thierry Huau. Su proyecto conserva, en el centro del nuevo barrio, los tres grandes volúmenes de los antiguos molinos y grandes naves de congelación, convertidos ahora en espacios de utilidad pública, elementos que recuerdan el pasado industrial de la zona -"la ciudad es memoria viva, estratificación de tiempos superpuestos y en monumentos que sirven de referencia espacial y geográfica", dice-.

Portzamparc ha creado bloques residenciales en Fukuoka pero su trabajo se desarrolla en París, donde ha proyectado la Ciudad de la Música, en el parque de la Villete; la escuela de danza de la Ópera de París, la ampliación del museo Bourdelle y el conservatorio Erik Satie. Tiene proyectos de viviendas en París, Montpellier y Berlín.

"Las ciudades eran hermosas hasta que empezaron a construirlas los arquitectos". "Estoy de acuerdo con suprimir la pena de muerte excepto para los arquitectos: sus crímenes son los únicos que perduran". Estas y parecidas frases testimonian la desconfianza que ahora inspiran unos profesionales antes considerados como oráculos. La adaptación de la ciudad a los medios de comunicación fue teorizada por Le Corbusier y espantosamente concretada por miles y miles de proyectos y realizaciones que destruyeron los barrios y las calles en aras de las "unidades de habitación" o de las "vías de comunicación".

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